En la edición de ayer domingo conocimos a Selene Schulz, una estudiante universitaria de 19 años en El Alcázar, que debe hacer 14 kilómetros en bicicleta para poder hacer el curso de ingreso.
Ese trayecto lo recorre porque -como miles de misioneros más- no hay conectividad a Internet en donde ella vive. La consigue yendo a la casa de sus hermanos en la zona urbana para poder cursar las materias que tiene en esta etapa.
Selene estaba preocupada porque, si no hay presencialidad este año (al menos en el primer semestre será virtual), deberá recorrer esos 14 kilómetros a diario para poder estudiar y no abandonar. Con lo que implica ese viaje sola, muchas veces volviendo al atardecer y sin posibilidad de cualquier consulta posterior a profesores o compañeros una vez que llega a su casa.
Estos esfuerzos, visibles por las publicaciones en los medios de comunicación, necesitan una respuesta oficial (de la casa de estudios, provincia, municipio o nacional) para evitar que los jóvenes no sean parte de la creciente deserción educativa.
El año pasado, producto de la pandemia, estudiantes de diferentes ciclos desertaron en porcentajes importantes. Al punto que este inicio del año lectivo académico estará dedicado a recuperarlos en el sistema.
En esta pandemia con pocas vacunas disponibles y donde los docentes de secundaria y superior serán los últimos en recibirlas en el sector educativo, la virtualidad parece ser el único camino posible para gran parte de este 2021.
Entonces, deben aparecer soluciones para que muchos como Selene concentren su esfuerzo en estudiar, en un sistema público y gratuito como el que afortunadamente mantenemos.
No puede ser que, a esta altura del nuevo siglo de las tecnologías, cueste $800 tener Internet para un día de uso de datos que se requieren para seguir las clases online, como contó la joven a este Diario.
Lamentablemente las empresas más reconocidas del sector privado han dejado de invertir en cobertura en la tierra colorada. Su servicio es muy cuestionado.
A su vez, desde el Estado, mucho se habló de la Red Capricornio, del trazado de la fibra óptica de norte a sur de la provincia con esfuerzo público y privado. Pero, en la práctica, miles de jóvenes y niños con sus familias sigue esperando el acceso a una conectividad digna y accesible económicamente, con un fin sumamente importante: estudiar.
A los esfuerzos visibles hay que darles respuestas visibles para crecer.