
Tras el informe del Observatorio de Argentinos por la Educación” publicado por PRIMERA EDICIÓN, en el que mostró a Misiones como una de las cinco provincias del país que aún no oficializaron su protocolo para el regreso a clases, el Ministerio de Educación aseguró ayer que “volvemos a las aulas con protocolos para el cuidado de la salud de todos”.
A través de una gacetilla, aseveró que “Misiones elaboró el protocolo de vuelta a la presencialidad a partir de un comité epidemiológico que estuvo compuesto por especialistas de salud y de estrategias pedagógicas”.
Lo cierto es que el protocolo al que se refiere el ministro Miguel Sedoff no es más que la Resolución 026 de ese Ministerio, aprobada el 19 de este mes, que adhirió a los protocolos del Consejo Federal de Educación en las Resoluciones 386 y anexo y 387.
En esas normativas nacionales -a las que adhirieron todas las provincias- sirvieron como base o plataforma para los respectivos protocolos provinciales.
Pero faltan precisiones del plano provincial. Y que -tanto el Consejo General de Educación como el Ministerio- publiquen en sus páginas y redes cada detalle.
No es posible pensar que la información está disponible porque se dio a los docentes, cuando los protocolos deben ser conocidos y asimilados por padres y otros familiares que son parte de la vida escolar de los niños.
Hay que recordar que muchos de los hábitos que se exigirán a los estudiantes en las escuelas dependerán de lo que se inculque en los hogares sobre la normativa que muchos padres desconocen.
A eso apuntó la ONG Argentinos por la Educación: a la socialización de la “nueva normalidad” escolar que se viene en marzo.
Lo que dijo el CFE
Los lineamientos del CFE están claros: los alumnos y docentes no deben estar a menos de un metro y medio de distancia entre ellos dentro del aula, deben usar barbijos, las escuelas y aulas deben contar con todos los elementos de bioseguridad.
También definió el CFE como se actuará ante un caso sospechoso, un contacto estrecho o un positivo en el ámbito escolar. Ninguna provincia necesitó aclarar eso en sus protocolos locales.
Pero, a poco más de una semana del inicio de las clases presenciales, lo que aún se espera que hagan las autoridades educativas misioneras es que precisen en qué escuelas los alumnos volverán al 100% de presencialidad; en cuáles irán en modalidad mixta (presencial y no presencial); cómo se llevará a cabo esa modalidad: ¿asistirán los alumnos de los primeros grados unos días y luego los de los grados superiores? ¿Será una semana unos y luego los otros?
Terminó la semana federal de capacitación docente, donde estas cuestiones supuestamente debían definirse en cada establecimiento. ¿Es tan buena la comunicación entre la escuela y las familias de los alumnos que las autoridades educativas de esta provincia prescinden de publicar masivamente estas cuestiones?
Lo que aún no se sabe
Lógicamente, no se trata de forzar reglas que no pueden aplicarse en todas las escuelas y, en muchas, ni siquiera tiene sentido. Misiones, por ejemplo, tiene once municipios donde no hubo hasta el momento ningún caso registrado de COVID-19.
Pero lo cierto es que la situación epidemiológica se mantuvo estable durante todo febrero por lo que hace ya varias semanas que el comité de crisis tiene base suficiente para definir en qué localidades no se podrá volver a la presencialidad 100%.
Es importante que las familias misioneras conozcan cómo será el regreso de sus hijos a la escuela, más aún si tienen varios chicos en distintos niveles o grados porque será todo un desafío organizativo.
No se trata sólo de saber que el niño contará con barbijos y alcohol en gel, sino también qué días o semanas asistirá a la escuela, en qué horarios, cómo será la no presencialidad… si, por ejemplo, contará con su docente o con otro, puesto que el CGE anticipó que para ello destinará a los maestros con enfermedades de base que no puedan regresar.
Como reflexionó la investigadora del CEPE de la Universidad Di Tella, Verónica Gottau: “Presentar un protocolo claro y compartirlo con la comunidad educativa en particular, y la sociedad en general, implica entre otras cosas aceptar que la escuela ya no es la misma, que ya no es posible pretender una determinada normalidad prepandemia. Implica también aceptar que necesitamos nuevas políticas institucionales. En este momento, ser transgresores, el no respeto de las reglas, o la no publicación de las mismas, tiene consecuencias que no son sólo legales individuales sino colectivas y de salud. A estar en la escuela se aprende, y a estar en sociedad también”.