
“Nunca pensé que me iban a designar en mi propia parroquia y aunque existe la premisa bíblica de que ‘nadie es profeta en su tierra’, me propongo serlo”. Con estas palabras el sacerdote de los barrios humildes de la zona sur capitalina, Juan Antonio Ruiz Díaz, quedó al frente de la parroquia San Roque González de Santa Cruz. De ella dependen otras seis capillas distribuidas en los barrios San Lorenzo, Los Patitos, Giovisnazo, Nestor Kirchner, A 4 y San Isidro, donde hay mucho trabajo para hacer a causa de su fuerte problemática de exclusión, pobreza, delincuencia, drogas y violencia.
“Cuando uno no se olvida de sus orígenes y sabe de las necesidades de su propia gente, ya que la problemática del consumo de drogas, de la pobreza, son cosas que lo vi siempre en mis barrios, ahí vuelve con un corazón dispuesto a pastorear desde la empatía”, explicó a PRIMERA EDICIÓN en ocasión de su designación formal.
Apenas tomó posesión del cargo anunció que llegó con muchos proyectos trabajar y mejorar las condiciones de salud, educación, contención y el trabajo de los jóvenes. “En estos 10 años que no estuve los barrios que dependen de la capilla se fueron extendiendo, entonces hablamos de una comunidad verdaderamente grande”, detalló.
Contento porque este Miércoles de Ceniza le tocó celebrar su primera misa solemne por el comienzo de la cuaresma, el pastor se mostró agradecido por el desafío para con su propia casa. “Cuando me ofrecieron volver a mi comunidad como párroco, tenía ese desafío y también la oportunidad de devolver los años que mi gente estuvo rezando y acompañándome en mis años de estudio, porque fueron los que más me dieron fuerza”, enfatizó.
Indicó el sacerdote: “En general destaco el trabajo de mi comunidad por sus esfuerzos hacia adentro de los barrios por la recuperación de la juventud que ha caído en las drogas, así como por la lucha por concientizar a la sociedad sobre su no criminalización y por la no discriminación de los pobres”.
Sobre su llamado y misión
Juan Antonio Ruiz Díaz cumplió 13 años en el sacerdocio. Posadeño de nacimiento, nunca se imaginó que iba a dedicar su vida a la iglesia, ya que comenzó su camino espiritual siendo casi adulto.
“Cuando comencé a meterme cada vez más en la iglesia fue algo extraño para mí. De hecho, yo estaba estudiando el profesorado de matemáticas. Por eso justamente vengo con los objetivos muy puestos en trabajar con los jóvenes”.
El sacerdote explicó que descubrió tardíamente su vocación y de hecho, cuando asistió al seminario por primera vez lo hizo para acompañar a un amigo que ni siquiera fue. “Y yo me quedé. Sinceramente hice mi catequesis y mi camino a los 17 años. A los 18 me confirmé y a los 20 entré al seminario porque sentí un llamado muy profundo. Fue algo sorprendente para mí y mi familia. Desde mi bautismo siendo un bebé hasta los 17 no había pisado la iglesia ni iba a misa”, sonrió.
Juan es el hermano mayor de 7 y explicó que nunca quiso ir a la iglesia porque lo hacían sentir obligado “y me hacía el rebelde”, explicó. “Por eso quiero acercarlos a Dios”.
“La pandemia cavó profundo y nos modificó hasta la celebración de las misas y el dictado de las catequesis, que se desarmaron directamente y este año me propuse la gran misión de levantarla a la par del tarea que voy a llevar con los jóvenes”, insistió.
Volver
En los últimos tres años, el sacerdote Juan Antonio, llamado cariñosamente “Padre Juanse”, estuvo sirviendo en Apóstoles y desde el 14 de febrero último le tocó volver a su tierra natal y más a aún a hacerse cargo de la capilla del barrio San Isidro, justamente donde comenzó el camino de su espiritualidad en 2009.
“En esa época comenzó una profunda inquietud en mí para meterme en temas de la iglesia y de la fe, hasta que en 2011, después de muchos consejos y de rezar con el acompañamiento de mi comunidad, me decidí a ingresar al “Seminario Santo Cura de Ars”, de Posadas.
“Me tocó la alegría de volver a los míos y tengo la firme decisión de ayudar y fortalecer”, remarcó.