
La Fundación Libre Relincho continúa con la asistencia a los caballos rescatados que sufrían de algún tipo de maltrato. Además de la recuperación se encarga de encontrar una familia adoptiva para el animal.
Al igual que otros trabajos que realizan los proteccionistas, los 15 voluntarios que integran la ONG animalista “trabajan a pulmón” y se solventan con la venta de algunos productos o artículos.
En la actualidad, están teniendo problemas de agua en el campo; es por esto que realizaron pedidos para acceder a una perforación. Incluso en unos de los posteos de Facebook solicitaban ayuda para comprar un tanque.
“La Municipalidad nos provee con camiones de agua con el que se llenan las piletas, pero para abastecer los bebederos los voluntarios acarrean el agua en varios viajes en baldes de 20 litros hasta los box de los caballos. Esto es algo que podríamos resolver con un tanque que colocaríamos cerca de los box”, se lee en la red social.
En conversación con PRIMERA EDICIÓN, Roberto Michel, presidente de la fundación, contó que “hicimos varios pedidos de una perforación ya que no tenemos agua potable. Es de absoluta y estricta necesidad contar con el líquido vital para los humanos, los animales y especialmente la atención veterinaria”.
El hombre relató cómo se desarrolla el trabajo en la fundación durante estos días. Los animales que reciben llegan desde las olerías, por maltratos de los carros o algunos por accidentes de tránsito. Indicó que durante la pandemia por distintos motivos “se procedió a varios rescates”.
“Hay varios que se han recuperado y -algunos- fueron trasladados, tras haber sido dados de alta por el veterinario, a los campos de las personas que los adoptaron”.
En cuanto a las adopciones, señaló que se debe cumplir una serie de requisitos y se realizan controles in situ de sorpresa para verificar el estado del animal.
Michel manifestó que “el caballo que se rescata no trabaja más; es decir que los caballos que vienen del maltrato se jubila”.
En consecuencia, deslizó que “tener un caballo es costoso porque -a veces- hay que continuar con el tratamiento o la atención veterinaria”.
Asimismo, apuntó que como fundación no reciben subsidios, por lo cual recurren a la venta de algunos productos o artículos. “Nos mantenemos a flote con la venta de abono, de bolsitos que confeccionan las chicas y depende la temporada se hacen mermeladas. Lo recaudado lo usamos para comprar alimentos, antiparasitarios y la atención veterinaria”, expuso.
A la vez, comentó que “tenemos un consumo promedio de 250 fardos de alfalfa, más las vacunas y los gastos veterinarios, entre otras cosas”.