
La huella dactilar hallada en el automóvil del exconvicto Jorge Eduardo Bustos (35), hallado muerto de dos tiros en un pinar de esta localidad hace poco más de un año, es por ahora la única clave para resolver el crimen.
En ese sentido se supo que desde el Juzgado de Instrucción 1 de Puerto Rico, a cargo del magistrado Leonardo Manuel Balanda Gómez, se envió una muestra de dicho rastro a INTERPOL.
El objetivo es que se coteje la huella en el banco de datos de dicha Organización Internacional de Policía Criminal y además para que figure desde este momento en sus archivos.
El mismo trámite se realizó con la Policía Federal Argentina. En ese mismo orden, esta semana serán citados todos los invoucrados en la causa, que tuvo un solo sospechoso detenido y que luego fue liberado por falta de mérito.
Es decir que se comparará la huella con todos aquellos testigos en el expediente, quienes se aclaró no son acusados. Esta labor pericial estará a cargo de los responsables del Sistema Biométrico Digital Integrado de Identificación de Personas y Administración de Datos (BioSystem de la Policía de Misiones).
“Mejicaneada”
El 1 de marzo del año pasado la Policía recibió un llamado anónimo. Una persona dijo que vio un Volkswagen Gol gris abandonado. Tras ingresar al lugar, en la colonia San Miguel, hallaron el cadáver de Bustos en medio de un pinar y a unos 30 metros de su auto.
Tenía dos tiros a muy corta distancia, uno en el pecho y otro en la cabeza. Se supo eran calibre 22.
Antes de matarlo le dieron una brutal golpiza. Llevaba 48 horas muerto, es decir que el crimen fue perpetrado el viernes 28 de febrero de 2020. Su teléfono celular nunca fue hallado.
El juez de la causa logró establecer que la principal hipótesis del hecho fue que la víctima habría ido a “cerrar un negocio” y fue allí que lo mataron, para robarle los 150 mil pesos que había pagado por la “mercadería”, presumiblemente drogas.
Oriundo de San Luis y poco conocedor del ambiente narco de la zona, se cree que Bustos habría sido víctima de una “mejicaneada” por parte de alguna organización delictiva con conexiones con traficantes de Paraguay, siempre de acuerdo a las fuentes.
El único sospechoso detenido en la causa es un hombre domiciliado en Puerto Rico y el cual la víctima conoció en prisión y fue el último en verlo con vida. Habría admitido ante el juez que almorzó junto a Bustos ese mismo viernes 28 de febrero en su casa de Puerto Rico y que se despidió de su excompañero de cárcel a la siesta. A esa hora Bustos se fue a un domicilio cercano para lavar el auto.
A partir de ahí dijo que no lo vio más, pero que sabía que “andaba en algo raro”. Luego y por testimonios los investigadores reconstruyeron que tras almorzar, el puntano se dirigió hacia Garuhapé, llevando 150 mil pesos.
Regresó a Puerto Rico a las 17.30 a buscar el Gol, ya sin el dinero. Pidió bolsas y una lona y luego se fue con el tanque de combustible lleno. Se cree que al llegar al “punto de encuentro” lo golpearon, lo arrastraron dentro del pinar y lo ejecutaron.