Te pusiste a pensar ¿cuántas veces al día conectas con el corazón y agradeces por pequeñas cosas que nos suceden?
A través de ella, reconocemos las cosas buenas de nuestra vida, ya sean intangibles o tangibles y actuamos en consecuencia. Pero además de un estado temporal también es un rasgo de carácter y ser una persona agradecida equivale a sentirse más satisfecho con la vida.
Muchos estudios encuentran que las personas que practican la gratitud reportan beneficios consistentes que van desde la resistencia emocional y la mejora de la salud física a las ventajas profesionales y una mayor empatía.
Según el Centro de Investigación de Conciencia de la Atención Integral de la UCLA, (Mindfulness Awareness Research Center) expresar gratitud cambia literalmente la estructura molecular del cerebro, mantiene la materia gris funcionando y nos hace más saludables y felices. Cuando sientes felicidad, el sistema nervioso central se ve afectado. Eres más pacífico, menos reactivo y menos resistente. Y la gratitud es la práctica más efectiva para estimular los sentimientos de felicidad.
Cultivar la gratitud tiene muchas recompensas según los científicos:
Disminución de la presión arterial y un sistema inmunológico más fuerte.
Mayor optimismo, felicidad y resiliencia,
Emociones más positivas y relaciones mejoradas.
Dormir mejor.
Sentirse menos solo o aislado
y una mayor capacidad para ser generoso y compasivo.
Con pequeños ejercicios podemos empezar a practicarla.
Al final del día pensar tres cosas que sucedieron por las que estás agradecido, poder agradecer a alguien a quien aprecies, simplemente agradecer en tantas cosas simples y hermosas que nos suceden entendiendo que son perfectas como un día de sol, un paseo o simplemente poder contemplar algo que nos guste. Seguramente que si dedicas unos minutos al finalizar de leer esta nota tendrás en mente mucho pero mucho por agradecer. Como dijo Albert Einsten: “Sólo hay dos formas de vivir la vida: una, es pensando que nada es un milagro y la otra, es creer que todo lo es”.