La voracidad fiscal en la Argentina no tiene límites. Los nuevos cambios que se avecinan demuestran que la clase política siempre está dispuesta a seguir subiendo impuestos con tal de mantener su fiesta y evitar a toda costa el ajuste. Las empresas están exhaustas, el empleo privado hace por lo menos una década que no crece y la inversión se encuentra cerca de mínimos históricos. Pero nada de eso parece relevante: lo único que importa es tratar de sacar agua de las piedras y seguir aumentando la presión impositiva a las empresas que todavía pueden mantener su actividad en blanco.
Las principales cámaras empresarias del país mantendrán reuniones ni bien arranque la semana para poner sobre la mesa las novedades que se avecinan. Se descuentan durísimas críticas ante medidas intempestivas, que según entienden no sólo modifican todo el tiempo las reglas de juego. Lo más grave es que se empuja aceleradamente a diversos sectores de la economía a la informalidad. Cada vez son más los que aseguran que la única manera de mantenerse vivos es “negreando”, es decir evitan facturar.
La más impactante pasa por la decisión de volver a subir el impuesto a las Ganancias, dando marcha atrás a la reducción que había dispuesto el gobierno de Mauricio Macri.
Como resultado, las empresas que presenten una utilidad mayor a 2,6 millones de pesos anuales volverán del 30% al 35%. Lo más increíble del proyecto es justamente lo que el Gobierno considera “gran empresa”. Dentro de esa categoría ingresan todas las que ganen en promedio más de 1.500 dólares por mes.
La propuesta original de la reforma tributaria de Macri, que luego por la crisis quedó a mitad de camino, planteaba que a esta altura la tasa de Ganancias debía ubicarse en el 25%. Sin embargo, ahora vuelve a saltar al 35% y a ese porcentaje se le suma otro 7% (ya existente) cuando se distribuyen dividendos. Según cálculos del tributarista César Litvin, la tasa efectiva del impuesto ya roza el 40%.
El oficialismo tiene tres explicaciones (o excusas) para justificar la nueva suba de Ganancias. La primera es que la recaudación adicional servirá para tapar el agujero de reducir el impuesto a los asalariados que ganen hasta 150.000 pesos brutos por mes. Incluso el sindicalismo consiguió que también queden exentos el medio aguinaldo y las horas extra. Otro motivo está relacionado con la progresividad del impuesto, es decir pagan más quienes más utilidades consiguen. Y la tercera (y sumamente discutible) es que la reducción de impuestos que decidió el gobierno macrista no redundó en un aumento de las inversiones, por lo que no vale la pena brindarle esa ventaja a las empresas.
Exactamente una semana antes, el Foro de Convergencia Empresarial le había pedido al Gobierno que equipare las reglas de juego de la Argentina con el resto de los países de la región. Y puntualmente se concentró en el costo impositivo, que “es dos veces más elevado que el resto de Latinoamérica”.
El informe “Doing Business” del Banco Mundial del 2019 estableció que la carga fiscal representa 106% de las ganancias de una compañía argentina, contra 65% en Brasil, 36,8% de Perú y 34% de Chile.
La suspensión del Pacto Fiscal
Todavía más serio para la actividad empresarial es la suspensión del Pacto Fiscal que votó el Congreso. Aunque la noticia fue casi intrascendente, para las compañías puede resultar un golpe mortal. Esta medida no sólo suspende la rebaja de impuestos distorsivos como Ingresos Brutos, que también figuraban en la anterior reforma tributaria, sino que además habilita a las provincias a subirlos.
El objetivo sería conseguir unos $70.000 millones extra para hacer frente al aumento del gasto público electoral.
Existe una distancia sideral entre la concepción del Gobierno y las necesidades de las empresas. Todo aumento de impuestos está justificado para solventar el gasto de un Estado “fuerte y presente”. Los empresarios lo ven exactamente al revés y exigen que el Estado les saque una pata de encima para volver a crecer. No será fácil con semejante presión tributaria que se mantenga la incipiente reactivación que muestran algunos sectores.