
Hace diez años un grupo de personas, principalmente mujeres, emprendió la misión de crear un hogar para niños en situación de riesgo en este municipio. “Era una necesidad real de contener física, psicológica y espiritualmente a niños vulnerados en todos sus derechos. Esta necesidad me llevó a mí, a mi familia y a un precioso equipo que tenemos a poner manos a la obra”, recordó Lidia Dolis de Borke, maestra y madre de dos varones, una de las creadoras de la Fundación Elivan.
El inicio no fue sencillo ya que “todo fue a pulmón, vendíamos pollo y fideos para construir el hogar. Lo veíamos lejano, parecía que no había avance pero poco a poco lo logramos”, resumió Margarita Dalva Bulow, comerciante, productora de yerba, madre de dos niñas y además se encarga del menú y de la limpieza del hogar.
Por su parte, Gladis Marcela Pitski, comerciante y madre, recordó el día que todo comenzó: “Cuando nos dieron el terreno vimos que era todo monte. Me acuerdo la alegría de recorrer el predio, con los ojos repletos de ilusión; comenzamos a tumbar las dificultades, colocamos los postes y el tinglado”.
En estas mujeres; Lidia, Margarita y Gladis, prima el bienestar por el otro y el respeto a una gran amistad entre ellas, son pioneras en emprender esta gran obra a la que se sumaron; Doris, Ofelia, Silvia, Elsa, Nelly y Diana, quienes siempre están turnándose para cubrir las demandas que surgen en el día a día.
Para solventar el albergue todas las semanas venden pollos y los viernes se hacen ferias de ropas, con lo recaudado se cubren gastos que siempre son muchos. Además cuentan con la colaboración la Municipalidad de Andresito y de vecinos.
Las primeras niñas que recibió el albergue “fueron nuestra escuela, con ellas aprendimos a amar al prójimo, porque nosotras recibimos niños rotos y debemos contenerlos. Aunque nunca pensé que era tanta la necesidad”, expresó Margarita Dalva Bulow, quien además de encargarse de la limpieza y de la comida, indicó que “si hay que ir a cuidar a la noche yo voy. Es una noche, una tarde o un día, estar al frente y no tengo inconvenientes”.
Margarita tiene un comercio y al igual que las demás mujeres es madre y ama de casa pero “siempre sentí el apoyo de mi esposo e hijos”.
Lidia es docente y los sábados enseña a los niños religión en la iglesia. Es pastora y se define como una mujer de perfil bajo y apacible. Sus compañeras coinciden que es una verdadera “líder” llevando adelante un grupo pequeño pero con muchas voluntades en estas mujeres.
Para Lidia el mayor sueño es que “los niños tengan una fuerza de voluntad tal que no permitan que su pasado dirija su futuro. Los quiero hombres y mujeres de buena influencia, que sirvan a la sociedad. Que se amen para poder amar a otros. Quiero que tengan una relación con Jesucristo”.
Elsa es quien dicta los talleres de pintura a los niños del hogar. Mientras que Nelly se encarga siempre de costuras y todos los arreglos de ropas de los niños.
Los sábados Gladis se dedica a los chicos y en cada actividad participa su hija de 10 años, organizan paseos a la plaza o van a jugar al arroyo. Además, es la encargada de los detalles de cumpleaños.
Actualmente, trabajan en conjunto para ampliar el hogar y crear nuevos espacios, “una cancha y una cabaña para que los niños puedan disfrutar y decir: esto es nuestro”.