Luego de la recesión de 10% de 2020, el ministro de Economía, Martín Guzmán, planteó la posibilidad de que la actividad que se recupere este año al menos un 7%, una cifra superior al 5,5% que planteó el Gobierno en el Presupuesto 2021.
Se trata de un escenario que los analistas consideran probable e incluso razonable, a diferencia de las proyecciones de inflación y del tipo de cambio, que parecen muy lejos de que vayan a concretarse.
Los especialistas remarcan que diciembre terminó con arrastre estadístico que garantiza un crecimiento de entre 5,5% y 6% en caso de que todo el año la actividad se mantenga estancada en ese nivel, por lo que con una modesta recuperación la recomposición podría ser incluso hasta de 8%.
“La comparación del PBI es promedio de 2020 contra promedio de 2021, el segundo y el tercer trimestre de 2020 fueron muy malos por la cuarentena, entonces diciembre terminó muy por encima de ese piso, un 5%. Entonces si el nivel de actividad se mantiene en diciembre durante todo este año el crecimiento sería de 5%. Lo más probable es que en enero ya haya mejorado”, comentó Matías Rajnerman, de Ecolatina.
Además resaltó la importancia de que no haya un rebrote de los casos de coronavirus por las que se adopten nuevas restricciones.
En ese escenario evidentemente se moderaría la recuperación económica, pero no con la magnitud de los inicios de la pandemia debido a la baja base de comparación.
Esteban Domecq, de Invecq, coincide con este diagnóstico y señaló que la actividad podría “con muy poco” llegar al 7% u 8%, con el impulso adicional de los anabólicos que el oficialismo inyectará al consumo para que la recuperación sea más tangible al momento de que lleguen las elecciones legislativas.
De todas maneras, considera que estos estímulos típicos de los años impares tienen una limitante debido a las complicaciones existentes en el frente monetario.
“La inflación corriendo entre 3,5% y 4% mensual, con la nucleo arriba de 4%, erosiona los ingresos reales y está poniendo en jaque el programa económico electoral, muy comprometido sin generación de empleo, con la desocupación en la zona de 11% y salarios y jubilaciones en deterioro contra la inflación”, enfatizó Domecq.
De cumplirse, esta proyección dejaría la actividad 3,7% por debajo de fines de 2019 y más de 8% por debajo del cierre de 2017, último año en el que el PBI anual cerró con una suba interanual.
Según las proyecciones del FMI y del Banco Mundial (BM), que prevén una suba menor para 2021, de entre 4,5% y 5%, y otra más moderada todavía para 2022, de las recomposiciones menos dinámicas de la región.
En una reunión con representantes de fondos de inversión, con el objetivo de mostrar las potencialidades de la economía argentina, Guzmán aseguró que la Argentina atraviesa de las recuperaciones más dinámicas de la región y que, como base, crecerá 7% este año. “Junto a esto se está comenzando a ver una recuperación del empleo, y un fortalecimiento de las cuentas públicas”, señaló Guzmán.
Además de la evolución del consumo, que explica cerca de tres cuartas partes del PBI, y el desarrollo de la pandemia que pueda generar nuevas restricciones, hay otros factores que a corto plazo pueden dinamizar o contener la evolución de la actividad, como los movimientos del dólar y el ritmo de la inflación, el estado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las expectativas políticas que se desprendan de las elecciones.
En cuanto al consumo, el Gobierno tiene la intención de atrasar el tipo de cambio real en términos reales e impulsa un acuerdo de precios y salarios con empresarios y gremios para coordinar expectativas.
Además, con un proyecto de eximir de Ganancias a los sueldos brutos de hasta 150.000 pesos pretende volcar unos 15.000 millones de pesos al mercado interno que habían sido retenidos por las empresas en las liquidaciones mensuales.
La evolución de esta variable está fuertemente ligada a la inflación, que en los últimos cinco meses marca variaciones por encima del 3% y que las consultoras esperan cerca del 50%, bien por encima del 29% que proyectó el Gobierno en el Presupuesto. En este sentido, los ingresos en términos reales pueden verse morigerados.
En cuanto al acuerdo con el FMI, la expectativa de que haya acuerdo antes de mayo ya queda lejos y crece la perspectiva de que no se cierre antes de las elecciones de octubre, lo que permitirá por un lado al Gobierno de no comprometerse a adoptar reformas estructurales hasta entonces, pero por otro postergará la estabilidad que aportaría a la macroeconomía.