Los sueños hacen que descubramos quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, pero ¿cómo saber con claridad cuáles son nuestros sueños?
Los invito a hacerse esta pregunta: ¿Qué soñarías hoy si supieras que no vas a fracasar? ¿Notan lo liberadora que es esta pregunta, en especial la parte que dice “si supieras que no vas a fracasar”?
Es así, todos tenemos sueños, anhelos muy fuertes dentro de nuestro corazón, pero muchas veces no intentamos conseguirlos porque estamos convencidos que no se pueden alcanzar, que no podremos lograrlo debido a nuestras creencias limitantes, es decir todos los pensamientos negativos que nos explican porque no podremos conseguirlo.
Las creencias limitantes pueden ser infinitas: “no tengo dinero suficiente”, “ya estoy muy grande”, “no tengo tiempo”, “eso es sólo para los que tienen suerte”, etc., lo importante no es cual sea sino que nosotros creamos en ellas.
Mientras creamos en ellas no podremos alcanzar nuestros sueños porque internamente ya hemos decidido que es imposible lograrlo, sin siquiera haberlo intentado.
En cambio si tenemos una mente abierta al logro de nuestros sueños y la confianza que podremos alcanzarlos, nuestro cerebro y todo nuestro ser se predispone a conseguirlo.
Materializar un sueño es “bajarlo a la tierra”, sacarlo del plano del anhelo y llevarlo al plano de los hechos, hay todo un camino en el medio, que lleva trabajo, dedicación y sobre todo la convicción de que más tarde o más temprano, podremos conseguirlo.
Este proceso comprende analizar qué es lo que nos obstaculiza alcanzarlos, cuál es el pensamiento negativo de fondo y por qué sería importante para nosotros cumplir esos sueños. Esto último es primordial porque nos da el propósito, el motivo para luchar.
Transformar nuestros sueños en metas y disfrutar del proceso nos empodera, nos hace acercarnos a nuestro yo interior y nos vuelve más auténticos, felices y más nosotros mismos, porque todo lo que hacemos responde a lo que de verdad queremos ser y hacer.
Nuestros sueños están dentro nuestro, esperando que los rescatemos y no importa si pasó mucho tiempo, estamos a tiempo, siempre es posible que nos reconectemos con ellos.
Conocer nuestros talentos y usarlos es una forma de acercarnos a nuestros sueños, descubrir en qué somos buenos, valorarnos y abrazarnos nos asegura la fuerza para ir en busca de lo que queremos.
A veces estamos atravesando una situación difícil, pero lejos de ser un obstáculo, puede ser lo que nos despierta a la vida; tocar fondo puede darnos la fuerza para saltar al cambio y empezar a escuchar a nuestro yo interior que nos habla a través de los sueños.
En nosotros está escuchar esta voz interior, creer que es posible, hacer que las cosas pasen. La decisión es sólo nuestra y la recompensa por habernos animado siempre llega, al menos nunca nos quedaremos con la duda “si lo hubiese intentado” y podemos tener la victoria de haberlo alcanzado saboreando cada paso dado.
Como expresó Walt Disney: “Si tienes un sueño en tu corazón y de verdad crees en él, corres el riesgo de que se convierta en realidad”.