El joven estudiante de Diseño Industrial, Ezequiel Jara es un creador de joyas tan exóticas que todos quieren llevar una, ya sea en colgantes como en pendientes o incluso a pedido pueden tener un joyero o pisapapeles con “algo” que les guste y deseen eternizarlo.
Sus creaciones llevan hojas, flores, pétalos y hasta tierra colorada, todo lo que le llama la atención y desea inmortalizar; incluso lo hace con escarabajos y mariposas que encuentra en buen estado, y aclara: “obviamente no mato a ninguno, respeto la naturaleza”.
Tanto es así que Ezequiel tiene en mente eternizar esos elementos de la naturaleza como los fósiles encontrados luego de miles de años, es por eso que su emprendimiento se llama “Eterno Ámbar”, pues precisamente en ámbar o resina fosilizada se descubrieron atrapados por ejemplo, los famosos mosquitos que dieron origen a la película Jurassic Park y tantos otros elementos que guiaron a los científicos a atar cabos sobre la historia de la humanidad.
Curiosidad de niño
Desde pequeño le gustó hacer cosas con las manos, ya sean artesanías o manualidades, “las tijeras, el papel y la plasticola fueron mis compañeros desde muy chiquito. Siempre fui muy creativo, me lo decía mucho mi madre. Por eso fui a la Escuela Industrial para trabajar diferentes técnicas. Esto me inspiró a estudiar Diseño Industrial en Oberá, ya estoy en tercer año”, relata Ezequiel con pasión.
Cuando estaba en primer año de carrera tomó contacto con el mundo de las artesanías con resina.
“Me enseñaron cómo es el proceso y estuve mirando tutoriales de cómo hacer este tipo de joyería y mis ganas de trabajar en eso coincidieron ese mismo año. Pedí ayuda a los profesores, me asesoraron y fueron mis primeros maestros”.
Pero la artesanía de este emprendedor siempre tuvo un plus, pues no crea simples joyas de la naturaleza atrapadas en resina sino que siempre está “intentando expresar algo, lo que significa una flor o una composición de distintas flores, para quien la lleve pueda llevar ese concepto a todos lados, ese es mi sueño”, confiesa el joven a quien siempre le gustó la naturaleza.
Mientras su madre cuidaba el jardín de rosas, él la ayudaba. Ahora sigue rodeado de vegetación y es de ahí de donde obtiene la materia prima para sus creaciones, casi sin moverse de casa crea joyas únicas eternizando margaritas, pétalos de rosas, hojas de helechos, que recorrerán el mundo. (Por Rosanna Toraglio)