Cuando Thiago Bonetti cumplió una semana de vida le amputaron una pierna, fue consecuencia de una complicación que sufrió antes de nacer. Pero eso no impidió que a los 12 años se convirtiese en campeón latinoamericano de yoga artístico, una modalidad de la que se enamoró la tarde que visitó a su tía y la vio practicando acrobacias en tela.
Ese mismo día Thiago le dijo a su mamá, Ivana Benítez: “‘Mami yo quiero hacer eso’. Y lo apoyamos, aunque tuve mis miedos él siempre nos demuestra que no tiene límites”.
Desde hace tres años Thiago practica yoga aéreo, yoga artístico y acrobacias en tela con la instructora Silvia Aquino, especialista en yoga aéreo y pilates swing, en un establecimiento ubicado en el municipio de Garupá.
Semanas atrás la instructora se enteró de la competencia organizada por South American Yoga Federation, la cual se realizó de manera virtual y por supuesto, invitó a sus alumnos a participar.
“Cuando me avisaron, con mi profe y mis compañeros comenzamos a ensayar doble turno hasta el día de la competencia. Yo estaba muy nervioso ya que la profe filmaría y luego mandaría el material a los organizadores de la competencia. Y nunca esperé ganar el primer premio en mi categoría y el segundo mejor destacado en categoría general; la emoción fue muy grande, no lo podía creer. Parecía un sueño: yo Thiago Bonetti gané esos premios”, contó emocionado a PRIMERA EDICIÓN.
Thiago eligió esta disciplina “porque desde chico me gustaba todo lo que sea acrobático; subir a los árboles, trepar por las rejas o en la camioneta de mi abuelo y tirarme. Cosas así y más aún cuando vi a mi tía entrenando”.
Para él practicar yoga “significa mucho, me enseñaron una actividad y además nos trasmiten valores. Nunca me sentí menospreciado ni discriminado; cada vez que llega el día de ir a clases es lo mejor para mí”.
Sin límites
Thiago nació el 23 de abril de 2008 en el Hospital Posadas de Buenos Aires, siempre demostró ser un niño fuerte y valiente. “Estuvo delicado, pesaba solamente 1.100 kilogramos y empezó nuestra lucha para estimularlo”, recordó su madre.
Esta lucha comenzó cuando Thiago se encontraba en la panza de su mamá, quien contó: “Tuve un embarazo gemelar por lo cual fue complicado, a los seis meses falleció Ángel Román y su cordón umbilical estuvo enredado durante todo el embarazo a una de las piernas de Thiago, eso nunca se vio en la ecografía”. Siete días después; “notaron que su pierna no estaba bien y debieron amputarla”.
A los tres meses la familia regresó a Misiones y poco después, cuando Thiago cumplió un año y medio, los viajes a Buenos Aires se convirtieron en rutina: “Se le realizaba rehabilitación para que no tenga complicaciones y viajábamos para hacerle las primeras prótesis”. Hasta que en la provincia conocieron un centro ortopédico donde “hasta el día de hoy le hacen sus prótesis”.
Thiago comenzó a caminar a los 2 años y medio y desde ese momento no se detuvo. Primero se anotó para jugar al fútbol. “Es un chico que cuando quiere algo lo logra, como mamá siempre tenía miedo que se lastime y él nos demuestra que no, que todo se puede. Hizo fútbol, patín, natación hasta que se enamoró del yoga”, indicó Ivana.
Para Thiago “lo positivo de todo es que desde chico siempre tuve que usar mucho los brazos y hoy en día las actividades acrobáticas me cuestan menos que a otros ya que tengo muchas fuerzas en mis brazos”.
El campeón latinoamericano, quien además es rescatista de animales, tiene muchos sueños. El principal es: “Viajar por el mundo y mostrar lo que hago, soy feliz haciendo esto”. Y además, “de grande quiero ser veterinario para ayudar a los animales de la calle. Y siempre seguir en yoga artístico que es lo que tanto amo”.
