Argentina quedará hoy de frente ante uno de los peores datos de su historia, el de una pobreza monumental y una indigencia horrible tratándose de un país como el que habitamos.
No existe ningún otro dato estadístico que disfrace el dolor de la cantidad de pobres e indigentes que existen hoy entre nosotros. No lo mejoran ni la proyección de crecimiento de la economía para este año, ni la tibia recuperación de la actividad industrial, ni las perspectivas comerciales por el precio de la soja, ni el alivio por el impuesto a las Ganancias.
Absolutamente nada compensa una de las mayores vergüenzas que de un tiempo a esta parte exhibe y acumula Argentina.
Y es que, aun cuando la medición anterior había arrojado resultados escalofriantes con un 40,9% de pobreza y el 10,5% de indigencia, todo indica que la situación se agravó.