A diferencia de otros países de la región, la Argentina no logró un proceso de reducción sustentable de la población en estado de pobreza e indigencia. Estos son algunos de los motivos:
1. PÉRDIDA DE EMPLEOS. Con un aumento de la población (de 44 millones a 45,4 millones) los índices del INDEC marcan que el nivel del empleo retrocedió del 43% de la población a fines de 2017 al 40,1% al concluir el 2020. Representan a nivel país una pérdida de más de 700.000 empleos.
2. MÁS CHANGAS. Entre los ocupados creció la gente con empleos de pocas horas, changas, en su gran mayoría no registrados o informales. En tres años, la subocupación pasó del 10,2% al 13,1% en 2019 para saltar al 15% en 2020. Esos 4.8 puntos más representan un incremento de 1.100.000 personas.
3. MENOS EMPLEO PRIVADO. Los trabajadores registrados del sector privado disminuyeron de 6.296.264 a 5.818.600: son 478.600 empleos formales menos. El empleo privado formal cayó un 2,2% interanual en diciembre de 2020 y registró el menor nivel en una década.
4. MÁS DESOCUPACIÓN. La desocupación subió del 7,2% al 8,9% durante 2018 y 2019 para volver a subir al 11% en 2020. Aumentó de 1.400.000 a 2.300.000 desempleados. Se trata del peor valor para el último trimestre desde 2016. Esta tasa se dio con menos gente trabajando o buscando trabajo.
5. SALARIOS BAJOS. Los salarios, las jubilaciones y las prestaciones sociales perdieron entre un 15% y 28% frente a la inflación, en tanto fue mayor la caída en relación a la línea o canasta de pobreza. En tres años la inflación fue del 209%, la canasta básica de alimentos el 241% y el índice de salarios de 143%.
6. HIJOS QUE BUSCAN TRABAJO. Ante esta pérdida de ingresos, y para acercar otro ingreso a las familias, las hijas e hijos salieron a buscar trabajo con resultados inciertos y adversos. En consecuencia, aumentó la desocupación entre la gente más joven. Así, mientras el desempleo es del 11%, entre las mujeres de 14 a 29 años asciende a 26%, 3,4 veces la tasa de las mujeres adultas. En el caso de los varones jóvenes (14 a 29 años) la tasa alcanzó el 19%.
7. POBRES MÁS POBRES. En sólo tres años, la distancia o brecha de los ingresos de las personas y familias para alcanzar el valor de la canasta básica aumentó del 35,5% al 41,9%. “De esta manera, no sólo hubo un aumento en la incidencia de pobreza sino que la situación de las personas bajo la línea de pobreza empeoró por la mayor distancia entre sus ingresos y la Canasta Básica Total”, de acuerdo al último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos.
8. POBREZA INFANTIL. La pobreza “no respetó” edades pero se ensañó con los más chicos. Más de la mitad de los niños del país son pobres. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó días atrás que la pobreza infantil ascendió en el primer semestre de 2020 a 56,3%. Por otra parte, la indigencia en los menores llegó en este período al 15,6%. Se trata del rango etario más afectado de acuerdo con este indicador. Ambos indicadores crecieron respecto de 2019.
9. MÁS GENTE BUSCANDO TRABAJO. A la búsqueda de empleo por parte de los desocupados se agregó una porción de los propios ocupados insatisfechos con el trabajo que tienen porque son empleos parciales, informales, sin protección social (“sin aportes jubilatorios”) o porque sus ingresos son bajos, no corresponden a su calificación y necesitan un ingreso adicional. La presión de la demanda de trabajo subió en tres años del 27,2% de la población activa al 37,3%.
10. POBREZA MULTIDIMENSIONAL. Si en lugar de los ingresos de las personas o familias, se toman en cuenta la gente que vive en forma precaria, en hacinamiento, con problemas de asistencia escolar, precariedad en el empleo o en el acceso a la salud, la pobreza asciende al 47% de la población o 21 millones de personas. Estos datos son oficiales del primer semestre de 2020, del Sistema de Información, Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales (SIEMPRO).
Una fija: la ausencia de políticas de largo plazo
Para los expertos, la inconsistencia de la economía argentina de las últimas décadas parece ser la explicación por la cual se entiende que el país no haya podido lograr un proceso sostenido de caída en la pobreza, a diferencia de otros países de la región como Brasil, Chile, Colombia o Uruguay.
“Lo que ha ocurrido es que no fuimos capaces de articular una estrategia de crecimiento y desarrollo sostenible, principalmente porque hemos acumulado constantemente desequilibrios macroeconómicos que tarde o temprano han frenado el crecimiento económico. Puesto en otros términos, actualmente nuestra pobreza se compone mayormente de un conjunto de población cuya situación de pobreza debería resolverse, en situaciones normales, por el buen funcionamiento de la economía de mercado, y en forma minoritaria por un ‘núcleo duro de pobreza’ cuya situación debería resolver el Estado a través de la protección y asistencia social”, afirmó Leopoldo Tornarolli, investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata.
Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo en UNICEF, cree que “hay algo que nos diferencia de otros países de la región. Desde 1950 a la actualidad la Argentina atravesó 15 recesiones, incluyendo a la pandemia. Cada una nos dejaron un piso de pobreza superior. El crecimiento del Producto Bruto está estancado desde 2011 y si uno analiza la evolución de la pobreza, en la niñez desde ese momento no perforó el 30%. Para los países que lograron reducciones de la pobreza, la condición necesaria fue tener un proceso de crecimiento sostenido”, explicó.