Ya dejó de ser un secreto que el Índice de Precios al Consumidor de marzo, cuyo nivel conoceremos el jueves de la próxima semana, volverá a hablarnos de una inflación acelerada más cercana a los cuatro puntos porcentuales, lo que anotará un crecimiento interanual por encima del 36%.
Así las cosas, el acumulado en lo que va del año sería de casi 11,5% mientras que la inflación núcleo sumaría casi el mismo porcentaje en marzo impulsados una vez más por Alimentos y Bebidas y rubros estacionales como el de Educación, que habría experimentado un incremento cercano al 18%.
Una vez más Alimentos y Bebidas habría estado por encima del índice inflacionario, haciendo trizas la agenda gubernamental que hablaba de salir en auxilio de los más necesitados.
En el Gobierno apuntan a abril como el mes clave para el inicio del descenso de la inflación tras varios meses de recalentamiento… pero nada alienta esa hipótesis. De hecho, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado por el Banco Central señaló que las consultoras y los bancos esperaban una suba de precios del 3,7% para marzo, aunque ello se informó antes de la suba de los combustibles líquidos del 7% promedio que definió el Gobierno.
Ahora, con las previsiones establecidas y el panorama un poco más claro, queda seriamente comprometida la meta oficial de cerrar el año con una inflación del 29%.
De hecho, también quedan seriamente comprometidas las paritarias de los gremios que discuten incrementos salariales en torno a la meta oficial teniendo en cuenta que, de confirmarse esta tendencia, el 50% de la meta estaría agotada en el primer cuatrimestre del año.
Es el problema de dibujar un presupuesto sin agenda seria, sin proyecto y sin hoja de ruta, comprometiendo a toda la estructura económica nacional y solapando problemas mayúsculos que, más temprano que tarde, quedarán en la superficie.