Representantes genuinos del valor agregado a la ciencia, punta de lanza frente a situaciones extremas como la pandemia que atravesamos entre 2020 y 2022, los científicos son un paradigma en Argentina.
Muchas veces ninguneados, olvidados, despojados de recursos, son una de las pocas herramientas siempre fiables del país.
“No deseo estatuas, placas, premios, calles o institutos cuando muera. Mi voluntad es que no se haga nada de eso. Mis esperanzas son otras. Deseo que mi país contribuya al adelanto científico y cultural del mundo actual, que tenga artistas, pensadores y científicos que enriquezcan nuestra cultura y cuya obra sea beneficiosa para nuestro país, nuestros compatriotas y la especie humana”, expresó Houssay en una de sus citas más recordadas.
Lo paradójico es que el mundo científico es valorado en toda su dimensión solamente cuando se requiere de sus conocimientos. Antes y después representa un sector desconocido para la mayoría y por ende olvidado por las sucesivas administraciones políticas.
Como ejemplo de todos ellos, la efeméride de hoy los homenajea en recuerdo de Bernardo Houssay, de cuyo nacimiento se cumplen este sábado 134 años y quien en 1947 recibió el Premio Nobel en Ciencias por descubrir que la anterohipófisis regulaba no sólo el crecimiento sino también el metabolismo de los hidratos de carbono.
Sus pasiones fueron el laboratorio y la cátedra. Hasta el día de su muerte -el 27 de septiembre de 1971- mantuvo el mismo espíritu animoso para aprender y enseñar. Esa tenacidad lo convirtió en un líder universitario y en la investigación científica.
En ningún momento lo abandonó su fe en las posibilidades del desarrollo científico argentino, formando discípulos y trabajando con los medios que las circunstancias ponían a su alcance.
En 1945 se publicó el tratado de fisiología humana bajo su coordinación, que es conocido como “la Fisiología de Houssay” y que fue traducido al inglés, francés, japonés, portugués, griego, italiano y otros idiomas.
La obra marca un hito en los estudios médicos y permitió decir que “puso a la Argentina en el mapa de la fisiología mundial”. Fue el primer presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.