“Quiero compartir con vos algo que a mí me apasiona, y me dio muchas satisfacciones”, dijo el arquitecto Francisco Degiorgi, al invitar a Antonio Piris Da Motta, a formar parte de las actividades del Rotary Club Internacional. El joven constructor aceptó la propuesta de inmediato pero fue como una cuestión para “complacer al amigo”, sin embargo, quedó cautivado.
“Eso fue todo lo que me dijo y me convocó a una reunión con personalidades –así las consideraba yo-, a las que fui a escuchar. Ahí me enteré de qué se trataba el Rotary Club, cómo se componía, quiénes eran. Ese fue el primer acercamiento, la primera impresión”, comentó.
La explicación sobre lo que era el Rotary “me atrajo a que siga escuchando, me identifiqué con el perfil de la gente, pero más aún con los ideales que tienen en el mundo. En Posadas, una ciudad que está alejada de los grandes centros, ver a gente trabajando por su comunidad, ayudando al que necesita. Esa es la filosofía, y los ideales del Rotary fueron los que me motivaron. Uno nunca se imagina la magnitud de las cosas. Fui invitado por Degiorgi que, seguramente, vio en mi alguna cualidad”.
Fundación del Club
Contó que “nos enseñaron a trabajar, a mirar a la comunidad en su conjunto, hasta que en 1986, alcanzamos los 20 miembros y se pidió la carta constitutiva o la aceptación del Rotary Internacional para crear el Rotary Club Posadas Oeste. De los 20 fundadores, a la fecha, quedaron solo con Alejandro Miravet. A mí me tocó ser dos veces presidente del Club, también me encomendaron formar el Club Interact, integrado por chicos de 12 a 18 años, y el Club Rotaract, de 18 a 30 años”.
Como en el resto de los clubes, en el suyo, proyectan el servicio para el año, “las autoridades duran solamente un año y se fijan objetivos cortos. Cada uno se considera líder en su profesión, entonces dirigir a otro líder es un poco más complejo. En toda mi actividad siempre fui independiente, primero como electromecánico, y luego, en la empresa constructora familiar”, confió el rotario.
El Rotary enseñó a Piris Da Motta a salir de la zona de confort, a tratar de ser equitativo en sus actividades, en su familia, en la comunidad, en su trabajo. En lo personal, tuvo el apoyo de su familia, compuesta por sus hijos: Santiago y Laura, y esposa Norma. “Ella es la que siempre me acompañó. Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y ella siempre estuvo a mi lado. Sin mi familia no podría participar en esto, viajar. Fuimos a la Convención de México, de Buenos Aires, Asunción, en Montevideo, y a otros lugares, capacitándonos, hermanándonos, teniendo otras visiones”.

Indicó que “uno no hace las cosas de manera individual, somos veinte compañeros que tiramos parejo, siempre hay alguien para ayudar. Una de las grandes virtudes del Rotary es el compañerismo, perseguir la amistad, primero la familia, segundo el trabajo y el tercero el Rotary, ese es el orden de prioridades. En el nuestro hay 20 socios, hay otros clubes que son más grandes, que siempre estamos trabajando juntos, viendo las necesidades, el compañerismo y la amistad, que son cosas que nos distinguen. Ser rotario es una distinción que le da la comunidad para que uno pueda servir, trabajar, pedir colaboración. Saben que la ayuda proporcionada será destinada a algo útil”.
“Nuestro distrito está compuesto por Paraguay, Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco. El Rotary es una organización que se expandió por casi todos los países del mundo. Necesita de líderes y de grupos de trabajo”, dijo quien trabajó muchos años como representante del gobernador de Distrito ante los clubes de la capital misionera.
El “alma” del proyecto
Explicó que esta organización internacional tiene su brazo, que es la Fundación Rotaria, que es una de las más grandes del mundo. “Mueve muchísimo capital y cada socio aporta mínimamente, mensualmente. Eso siempre vuelve. Lo recaudado en todas las actividades que hacemos está destinado a la Fundación, que luego, nos devuelve el doble o el triple para servicios dentro de un proyecto. En cinco oportunidades recibí el reconocimiento Socio Paul Harris”, que constituye una expresión de agradecimiento a aquellas personas que realizan contribuciones por un importe de USD 1.000 a la Fundación Rotaria.
Trabaja para la erradicación de la poliomielitis en el mundo. Aún queda lograr el objetivo en Pakistán y Afganistán pero es complicado ingresar debido a la presencia de guerrillas. En Argentina se erradicó hace más de 40 años. Perú fue el último país de Latinoamérica en padecer la enfermedad. Lo bueno es que “por cada dólar que la Fundación dona para el fondo Polio Plus, la Fundación de Bill Gates, dona dos dólares. Somos 1.300.000 rotarios en el mundo”.
Expresó que, como ejemplo, para las obras de la escuela de Garupá, la fundación “nos envió 36 mil dólares, para la perforación y colocación del tanque, y el proyecto que interesa en su conjunto”. Otro de los aportes fue el envío de 100 mil dólares para proveer válvulas para niños con hidrocefalia, en un trabajo en conjunto con el Ministerio de Salud Pública”.
Piris Da Motta se siente satisfecho con lo que hizo a lo largo de los años, tanto en lo familiar, “en la motivación que me dan, siempre que uno mira para atrás y ve lo que hizo tanto en lo profesional como en lo familiar y en el Rotary, es mucho, y todo lo que se hizo es por y para la comunidad. Entiendo que se va brindando, va cumpliendo y dando paso a la gente más joven que lo hace sentir a uno, un referente. Busco ayudar con la experiencia, no poniendo trabas”.
Piris Da Motta lleva sobre su solapa, el “pin” que para él significa un orgullo y una distinción. Es lo que identifica a los rotarios, además del lema anual. Con el paso de los años, ya se hizo un hábito utilizarlo porque en cualquier lugar del mundo “nos identifica con otro rotario”, acotó. Y a modo de ejemplo contó que en unas vacaciones, viajando a las playas de Brasil, la familia tuvo un percance con las cubiertas del auto. “El primer hombre que se acercó a auxiliarnos era un rotario, nos identificó por el pin, no hubo necesidad de palabras, no hizo falta nada”.