Cuando la desesperanza nos invada, cuando la desesperación nos atormente confiemos en nuestra fuerza interior, podemos nutrirnos infinitamente del amor que tenemos.
Somos agua no nos agitemos, somos sol no nos nublemos, somos tierra no nos sequemos, pensemos y confiemos en el infinito que hay dentro nuestro.
Busqué el significado de la palabra desesperanza y encontré: Estado de ánimo del que no tiene esperanza o la ha perdido.
Pensemos en la desesperanza como una emoción que nos aplasta, que viene acompañada de pensamientos derrotistas: “no voy a poder”, “no va a salir”, “no me llamarán”, “nada tiene sentido”, “hice lo mejor y ahora sucede ¡esto!”; tantas frases que a veces las decimos en voz alta y otras tantas aparecen en silencio en nuestra mente una y otra vez generando sentimientos de fracaso arraigados adentro nuestro.
¿Cuántas veces nos ha sucedido? No importa lo optimista que seamos, cuando esta emoción nos invade no podemos pensar, vemos todo negro. Nuestro cuerpo empieza a sufrir sintiéndonos cansados, pesados, sin ganas y en ese momento no queremos nada.
Es necesario animarnos a sentir estas sensaciones y emociones aunque no nos gusten, mirarlas de frente, ver qué nos traen, qué quieren mostrarnos.
A veces nos vienen a decir que fracasamos porque lo intentamos, que intentamos porque nos animamos, porque tenemos fuerza y vida para hacerlo.
Que esta vez no salió pero que otras oportunidades vendrán, capaz no era el momento, ¡Dios sabrá por qué!
Hay veces que dudamos de nosotros a tal punto que nosotros mismos nos auto boicoteamos para llegar a lo que deseamos.
Hay tantas opciones para pensar que podemos aprender de la desesperanza.
A veces tocar fondo nos ayuda a dar el impulso que nos llevara a salir a flote, por ahí no podemos salir del agua, pero sí a tomar una bocanada de aire para poder flotar y dejarnos llevar por la corriente, quién sabe a que lugar llegaremos, a quién encontraremos en el camino.
La vida después de todo es una mezcla de emociones, hasta de las que no nos gustan podemos aprender.
Hoy los invito a preguntarse: ¿Qué hago cuando la desesperanza toca mi puerta? ¿La escucho?, ¿Aprendo de ella?
Hoy en este espacio de lectura podemos observar nuestra vida y mirarla de frente, sin negar que a veces la desesperanza aparece.
Darle las gracias, soltarla, entregarla y saber que somos mucho más que esas emociones que nos invaden. Bendiciones.