En sus comienzos, la gestión del ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo muy marcada por la resolución del tema de deuda, pero la llegada del COVID-19 lo puso ante el desafío de tener que manejar una crisis económica inédita por sus características y con pocas herramientas para hacerle frente.
Es difícil responsabilizar a un funcionario por los resultados económicos conseguidos, sobre todo pandemia mediante, y teniendo en cuenta que comparte responsabilidad con el Ministerio de Desarrollo Productivo y el Banco Central (BCRA).
Sin embargo, a poco más de un año del inicio de la pandemia, analistas trazan cuáles son los aciertos y desaciertos hasta el momento de una de las figuras estrella del actual Gobierno. El macro-objetivo del Plan Guzmán era tranquilizar la economía basado en una serie de pilares. ¿Lo está logrando? ¿En qué fue exitoso y en qué no?
Reestructuración de deuda con bonistas
“Uno de los principales méritos que tuvo Guzmán para hacerse cargo del Ministerio de Economía es su expertise académico en el análisis de crisis de deuda soberana y, en la práctica, mostró resultados positivos”, señala Claudio Caprarulo, economista principal de Consultora Analytica.
El analista recuerda que el funcionario logró un acuerdo con los acreedores privados que aplazó los vencimientos principalmente para después de 2024, con una quita de 2% sobre el capital y una reducción en la tasa de interés a pagar.
El economista de Ecolatina, Matías Rajnerman, coincide con esta mirada y destaca que “un gran éxito de Guzmán ha sido avanzar en la reestructuración de la deuda soberana”, aunque considera que fue un logro parcial porque, si bien lo hizo muy bien, aún no ha logrado bajar el riesgo país.
En cambio, el economista y director de CyT Asesores Económicos, Camilo Tiscornia, observa que “la reestructuración de la deuda pública con bonistas fue tortuosa y un proceso muy largo, en el que, finalmente, se logró reducir intereses y se patearon los pagos, pero no se logró mejorar el acceso al crédito”. Por eso, para él, se trata de un éxito parcial.
Controlar la inflación
Caprarulo comenta que, desde octubre de 2020, se aceleró la escalada de este índice y, que en los primeros dos meses del año promedió el 3,7% mensual y en marzo arrojó un nivel altísimo, llegando al 4,8%. El economista recuerda que este sendero es similar al 2019, cuando finalizó en 54% respecto al año anterior.
Si bien el desde el Ejecutivo nacional estimaron que desde ahora hasta fin de año la tendencia será a la baja, el economista Lorenzo Sigaut Gravina coincide al señalar que “la inflación es donde menos avances ha demostrado”.
En base al 13% acumulado a la fecha, para cerrar 2021 con 29% (según lo fijado por Presupuesto) en la inflación mensual debería posicionarse por debajo del 1,5% hasta fin de año, meta que parece imposible.
Aunque el Gobierno anunció todo tipo de medidas de control de precios, de fiscalización en góndolas y de congelamiento de tarifas, no logra su objetivo de “pisarla”. Sigaut Gravina advierte que esto se debe a que no hay una línea clara en el combate de este fenómeno, salvo esta política de retrasar el dólar y mover poco las tarifas de servicios públicos.
En este escenario, dice que el porcentaje el primer trimestre, sumado a los más de 4 puntos de marzo lo hacen partir de un punto muy lejano al objetivo Guzmán. De hecho, si sigue a este ritmo, a fin de año duplicaría esa expectativa ubicándose en el 60%.
En igual sentido, Rajnerman, señala que “le está costando mucho bajar la inflación, que está en niveles muy altos y preocupantes”. Y, más allá de la evolución que describen sus colegas hasta el momento, indica que ese índice arrancó abril muy complicado también, por lo que es difícil que descienda pronunciadamente en el mes.
Objetivo a mitad de camino: bajar el déficit fiscal
Tiscornia señala que uno de los logros que ha tenido Guzmán es el de recuperar, en parte, el resultado fiscal, que ha mejorado respecto del año pasado.
En igual sentido, Sigaut Gravina comenta que, “en materia fiscal, Guzmán ha avanzado en la reducción del déficit primario y en el camino de financiarlo cada vez menos con emisión y aumenta el financiamiento con deuda local”.
En febrero, el déficit primario fue de 18.757 millones de pesos, casi 32% menor que en igual mes del año pasado.
No obstante, el economista advierte que esta es la foto de ahora, cuando el gasto está contenido, pero aumentará de cara a las elecciones y por los gastos que demandará la contención de la segunda ola de COVID-19. Esto desequilibrará el sendero fiscal y, seguramente, lo desviará de las metas que tenía.
En este sentido, Sigaut Gravina apunta que un problema que se presenta para el equipo económico es el descongelamiento de tarifas, que genera polémica interna en el oficialismo. “Guzmán ha expresado una postura razonable respecto de que tendrán que aumentar más cerca de la inflación, pero desde la cartera de Energía, Federico Bernal, anunció que no deberían subir más de un 10% este año”, comenta Tiscornia al respecto.
Control del dólar (a un alto costo)
Pisar el dólar es quizás el gran acierto de la actual gestión económica. “Creo que fue exitoso en bajar la corrida del dólar de octubre. Así, desactivó un grave problema cambiario”, evalúa Rajnerman.
Recordemos que, en octubre de 2020, el dólar blue alcanzó los 195 pesos y en estos días ronda los 140 pesos, un descenso más que importante.
En esta misma línea, Tiscornia apunta que la actual gestión ha logrado una cierta estabilización de la pata financiera. “Se aplacaron los dólares, la brecha está controlada, la tasa de interés se mantiene y se frenó la fuga de capitales”, enumera sobre los éxitos en la materia.
Pero advierte que “el problema es que esto se realizó a costa de una serie de distorsiones, sobre todo en lo que respecta al freno del tipo de cambio oficial que, con la inflación que hay, en algún momento va a tener que corregirse”.
Por otro lado, Sigaut Gravina destaca que, la próxima llegada de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI), por el Aporte Extraordinario a las Grandes Fortunas y por los altos precios de los commodities hacen que la Argentina esté en una situación algo más favorable en este momento. “Todo eso ayudó a que el pudiera intervenir el mercado cambiario financiero, sobre todo el paralelo y los dólares financieros, para bajar la brecha, que hoy está en un mejor nivel”, describe.
Pendiente: acuerdo con el FMI
Por otra parte, Tiscornia advierte que aún no hay avances en las negociaciones con los organismos multilaterales y “seguimos dando vueltas”. Sucede que, tal como indica el Sigaut Gravina, “ahora hay que ver cómo evoluciona la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con el Club de París”.
Cabe recordar que, en agosto de 2020, el Gobierno comenzó las conversaciones formales con el FMI para lograr un nuevo acuerdo para renegociar la deuda de casi 54.000 millones de dólares que el país le debe y que tiene que pagar hasta 2024. Lo que se busca es un nuevo convenio de facilidades extendidas para alargar los vencimientos.
Si bien hace pocos días el Fondo comunicó que el organismo y la Argentina alcanzaron un nivel de entendimiento para avanzar en un acuerdo cuando el país lo crea conveniente, Guzmán intenta mejorar las condiciones para nuestro país y hay rumores de que se podría firmar después de las elecciones de octubre, aunque hasta hace poco se hablaba de mayo.
Por otro lado, Argentina le debe al Club de París 2.400 millones de dólares que vencen en mayo de este año y durante su última gira por Europa, el ministro buscó apoyo de distintos gobiernos en la negociación con el Fondo y también dialogó con las autoridades del Club para acordar un nuevo plazo de pago.
Por su formación, la negociación de deuda es la especialidad de Guzmán y las contrapartes parecen estar bien predispuestas a que haya consenso, sobre todo porque sería muy peligroso para ambos lados que el principal deudor del Fondo entrara en default. Por eso, la mayoría de los expertos dan por sentado que logrará cerrar un acuerdo con ambos organismos internacionales a mediano plazo.
Sin embargo, aún no se hizo realidad y la cuestión central en este sentido está en cuán beneficioso podrá ser el resultado de esas negociaciones para el país y si se podrán cumplir.
Salario vs. inflación: una derrota mayúscula
La carrera entre los salarios y la inflación volverá a mostrar en 2021 una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, en tanto los últimos informes oficiales hacen prever un índice de precios al consumidor del orden del 60% para todo el año, más que el doble de las previsiones contempladas en la elaboración del Presupuesto, de acuerdo con un informe privado.
“Con una tasa de inflación por encima del 4% mensual es imposible que los salarios le ganen a la inflación en 2021”, aseveró al respecto el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), luego de repasar la evolución de los precios, que en los últimos tres años crecieron a un nivel mayor al de los ingresos de los trabajadores.
Ese deterioro del salario real fue en consonancia con el incremento de la tasa de inflación desde el segundo trimestre de 2018, cuando a partir de la depreciación continuada del peso, los precios mostraron una dinámica ascendente, sólo interrumpida en 2020 por los efectos combinados del congelamiento de tarifas y la retracción de muchas actividades por la pandemia de coronavirus.
La entidad dirigida por Jorge Colina indicó que en 2018 la inflación fue de 3,3% promedio mensual, superando al 2,7% de crecimiento nominal de los salarios.
La tensión entre precios y salarios volvió a mostrarse favorable a los primeros en 2019, con un 3,7% frente a un 3% mensual promedio, y en 2020, con 2,6% y 2,4%, respectivamente, resaltó el informe.
Para el año en curso la tendencia apunta a consolidarse, ya que “el aumento de la inflación observado en el 1° trimestre de 2021 hace presagiar que el salario real seguirá cayendo”, de acuerdo con IDESA.
En ese sentido, señaló que el 4,8% de inflación de marzo “hace que en el 1° trimestre de 2021 el aumento de los precios sea del 4,2% promedio mensual” y “si no se logra revertir esta tendencia, la inflación anual en el 2021 llegará al 60%, el doble de la meta planteada por el Gobierno”.
Para la entidad, “el proceso sorprende y preocupa” si se tiene en cuenta que se produce mientras “el Gobierno viene desplegando una amplia batería de acciones tendientes a reducir la inflación” y que “el ritmo de devaluación y de actualización de las tarifas de los servicios públicos va por debajo del aumento de los precios”.
Asimismo, entre las medidas destacadas, IDESA indicó que “se logró que la mayoría de las paritarias se alinearan con la meta oficial de 30% de inflación” y que “si bien el déficit fiscal es muy alto, se moderó respecto al año pasado y se viene aplicando una política monetaria conservadora”, en la que “la mayor parte del déficit se financió con deuda y el Banco Central llevó al extremo la absorción monetaria con Pases y Leliqs”.
Sin embargo, el resultado obtenido hasta el momento es una “aceleración inflacionaria” pero que, a la luz de los datos de los últimos años, queda en evidencia que “más allá de la pandemia, la Argentina transita un nuevo ciclo de estancamiento con alta inflación y un impacto muy negativo en el salario real”.
“La caída en el salario real de los trabajadores formales desde que se inició la crisis en 2018 es del 15%”, en tanto “el resto de las remuneraciones, como las jubilaciones y los salarios informales, siguen la misma tendencia”, puntualizó la consultora, que agregó que “aunque los pronósticos sean de recuperación de la actividad productiva luego de la pandemia, con una tasa de inflación por encima del 4% mensual es imposible que los salarios le ganen a la inflación en 2021”.
En ese sentido, IDESA aseguró que “mientras la inflación se mantenga alta no hay posibilidades de revertir este proceso de regresión”.
“Intentar compensar la inflación con mayores aumentos de salarios sólo servirá para acelerar el incremento de los precios. Tampoco resulta eficaz ‘reprimir’ la inflación para que los salarios le ganen a la inflación con atraso cambiario, congelamiento de tarifas públicas, controles de precios y contracción monetaria a través del aumento de la deuda pública”, añadió.
Para IDESA, “la sostenida caída del salario real se origina en el mal funcionamiento de la economía que, a su vez, deriva del desorden en el sector público”, reflejado en “una propensión sistemática de gastar por encima de los recursos”.
“Ni en el Gobierno anterior ni en el actual hubo vocación por impulsar cambios de esta realidad”, criticó, al tiempo que señaló que la urgencia que impone la segunda ola de COVID-19 es a la vez una oportunidad para “abordar el ordenamiento del sector público”.
Condicionado por el coronavirus
En un escenario complejo heredado, en el que la deuda era la preocupación central y que se vio agravado por la llegada del COVID, que hoy ataca con su segunda ola, principal deuda pendiente de Guzmán, sin dudas, es controlar la inflación y su gran acierto, domar al mercado cambiario.
El control de precios es lo que le quita el sueño por estos días y así será hasta que logre dominarla. Y, si bien sabe que los acuerdos con los organismos internacionales ya son casi una realidad, en un contexto en el que la segunda ola del COVID-19 y las restricciones de respuesta a ella complican el panorama, el déficit fiscal y las eventuales necesidades de mayor emisión monetarias asoman entre sus próximas preocupaciones.
Fuente: iProfesional