Alba, vecina de la chacra 158 de Posadas, en avenidas Centenario casi Eva Perón, generó un emprendimiento de cosmética natural con las esponjas vegetales que cultiva en su patio.
Hace seis años un alma desinteresada le había obsequiado unas semillas de luba egipcia, más conocida como esponja vegetal, que ella comenzó a cultivar no sólo en su patio sino en cuanto montecito ve mientras recorre las calles de la ciudad Capital.
Todo lo que cosecha lo comercializa junto a otras emprendedoras de cosmética natural en las ferias capitalinas o por la publicidad de boca en boca, ya que no tiene redes sociales.
“Prácticamente toda la vida fui una emprendedora y trabajé por mi cuenta. En las diferentes etapas que atravesé fui realizando distintas actividades para subsistir y criar a mis hijos y ahora que ellos ya están grandes y yo más relajada puedo dedicarme a cultivar las plantas que me gustan y gracias a ellas generar un ingreso”, contó mientras limpiaba y cortaba las esponjas que le había solicitado un cliente.
Luego de un período de residencia en Buenos Aires, donde aprendió a elaborar jabones artesanales y otros productos de la cosmética natural, vio la veta de las esponjas. “En esa época era el combo, y principalmente la venta era de los jabones, que dejaba a consignación en los comercios del rubro”, contó sobre los inicios de su actual negocio.
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“Hace seis años empecé a dejar que la planta comience a trepar y a producir. También había colocado semillas en distintos lugares y hoy veo con agrado que las esponjas están creciendo en barrios donde antes no había”, se jactó Alba, quien confesó ser una ambientalista y protectora de los espacios naturales.
“Lancé esas semillas para que la gente, así como yo lo hice, pueda encontrar rentabilidad en la naturaleza y tener un ingreso como me pasa a mi”, subrayó.
“Basta con recorrer algunos comercios de la ciudad y notar lo caras que son estas esponjas. Yo veía, por ejemplo, que en Buenos Aires las clientas pagaban fortunas. Hace poco vi en un conocido supermercado de Villa Cabello que un pedacito de esponja sale 370 pesos. En mi caso las vendo enteras por 150 pesos; las clientes se ahorran mucho dinero”, apuntó sobre cómo incentiva a las clientas para que le compren a ella.
A través de amistades
Alba contó que el éxito de sus ventas está impulsado por sus amigas. “La mayoría son masajistas, dermatólogas, cosmiatras o estudiantes de bellecería. Ellas le cuentan a sus clientas sobre mi producto, cuyo uso continuo elimina visiblemente la celulitis y eso me abrió el mercado”, destacó.
Para la mujer es muy importante recordar el valor y los beneficios que la naturaleza “nos regala”. “Quien las usó sabe lo prácticas y saludables que son para la piel. Además, aunque aquí no tenemos la costumbre, en la India se la consume en su estado inmaduro, ya que su sabor es como un pepino”, indicó.
Quienes desee adquirir una esponja para apoyar este emprendimiento y dejar de consumir las descartables, que a la larga son contaminantes, Alba dejó su contacto de WhatsApp: 376 466-2940.
Universitaria
Estudiante de Comunicación Social, la emprendedora contó que “Voy a la UNaM a estudiar para no oxidarme”.
“La tecnología no es lo mío”, aseguró sobre su elección de no impulsar sus ventas por medios de las redes sociales.
La mujer escribe poesía, cuentos cortos y ensayos.
Es conocida por su carisma y su mística, no sólo entre sus compañeras sino en gran parte de la ciudad porque “también ofrezco mi don como curandera, en caso de algún empacho o rotura de músculos”.
“Los dones que se tiene hay que compartir”, aseguró.