Hay cuestiones que siempre están vigentes en la región, que tienen que ver con lo oculto, lo desconocido o lo mítico. En esta ocasión traemos a la memoria un caso que hace dos décadas se instaló en el barrio Mini City de Posadas.
Los archivos de PRIMERA EDICIÓN dan cuenta de que en una casa de ese lugar, abandonada desde un año antes, los vecinos aseguraban escuchar llantos de niños, gritos de mujer -como quejidos- y golpes.
El hogar que fuera de la familia Prócer, ubicado en calle San Antonio, a una cuadra de la avenida Moreau de Justo (ex ruta 213), tenía un entorno tan especial que ayudaba a alimentar la sugestión.
Era una vivienda de madera muy antigua que aún conservaba las cortinas, que se veían desde afuera, detrás de los vidrios de los grandes ventanales, como si todavía alguien la habitara.
Ubicada en medio de un terreno con abundante vegetación, la casa se convirtió en centro de los comentarios, e incluso muchos escépticos también preferían no pasar por el frente una vez que oscurecía.
Si bien nadie quiso asegurar que realmente oyó lo que se decía oír, todos coincidían en que “el comentario general es que se oyen cosas raras, lloros y golpes raros que asustan a la gente“.
Varias explicaciones
Mientras que algunos recordaron que por esos lares pasaba a principios del siglo XX la ex ruta 12 y que al costado de ella habría estado el hogar de una partera visitada por gente de toda la región (en su casa pudieron haber muerto muchas madres y criaturas, dicen), otros plantean que en realidad los golpes se escuchan porque caen frutas de palta sobre el techo y atribuían los llantos a que en el barrio hay varios niños pequeños y el sonido por las noches “rebota como si viniera de la casa”.
En tanto, uno de los propietarios de la vivienda contó su versión de los raros fenómenos: “Aquí vivíami hermano con mi anciana madre, a quien hace un tiempo la llevaron a vivir a Buenos Aires. Como estábamos peleados, mi hermano no le permitió a mamá que se despidiera de mí, que soy su hijo mayor. Lloró e imploró, pero no le hicieron caso, la llevaron igual y yo ni me enteré. Por eso yo creo que lo que se escucha no son ni almas en pena ni asombrados, sino el eco del dolor de mi madre que quedó flotando en el ambiente, en esa casa que ella tanto quería“.
En fin, las explicaciones, los justificativos y hasta las descalificaciones del fenómeno que hacen algunos vecinos incrédulos no tienen nada de científicas y es imposible que alguna vez lo tengan. Lo cierto es que estamos ante uno de tantos casos de sugestión y mitología de la que tan llena está nuestra cultura regional. Creer o reventar…