
“Yo le creí que iba a trabajar como secretaria en una empresa, pero los papeles y chequeras los firmaba en un café de Colón y Bolívar o directamente en la plaza 9 de Julio y me pagaban 500 pesos por mes y nunca me llamaban para comenzar a trabajar”. Gloria (59) es paraguaya y es una de las dos mujeres de la que los cuatro acusados de “asociación ilícita fiscal” habrían utilizado su identidad para montar una de las nueve empresas “de cartón” que la AFIP denunció en la Justicia Federal de Posadas por una millonaria estafa en 2008 con créditos ficticios.
Ayer los cuatro acusados, el contador Leandro Antonio García de 56 años, Ricardo Galarza 64, Luis Ramón Zayas 63 y Oscar Luis Ocampo 55 enfrentaron la primera audiencia de juicio oral ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de esta capital, integrado como presidente por Manuel Alberto Jesús Moreira y tres vocales, Lucrecia Rojas de Badaró y Fermín Ceroleni (del TOF de corrientes) y Rubén Quiñones (Formosa). Los tres últimos camaristas conectados remotamente desde sus respectivos estrados.
Están acusados como miembros de una presunta asociación para delinquir en el ámbito tributario. Presuntos delitos cometidos que están previstos y reprimidos por ley 24.769, en perjuicio de la hacienda nacional y del orden público.
Tras la lectura de los requerimientos de elevación a juicio por la Justicia Federal de Primera Instancia de Posadas y la querella encabezada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), se destacó como “organizador” de la presunta asociación ilícita a Luis Zayas quien ocupaba el lugar en cuanto a la tipificación del artículo 15, inciso C, de la ley 24.769, también mencionada como Régimen Penal Tributario. Los tres encartados restantes, Ocampo, García y Galarza llegaron a debate como “participes” de la organización.
“A mí Zayas me contrató para trabajar como secretaria en una empresa yerbatera que iban a abrir. Me mostró incluso que tenían paquetes de las marcas Piporé y Boca Juniors como representantes. Estaba ilusionada, yo vendía productos de cartilla, ganaba premios por distribuir los productos y con eso me ganaba la vida. Y con la empresa iba a tener un puesto estable de trabajo. Zayas me presentó a Ocampo y él me hacía firmar los papeles en blanco para el ‘Establecimiento Estanciera SA’. Me citó en una escribanía después para firmar otros documentos y yo le creía porque me decía que iba a comenzar a trabajar como secretaria”, declaró ayer Gloria, una de las víctimas de las maniobras que fueron denunciadas por la AFIP.
“Me pagaban 500 pesos por mes como sueldo y yo esperaba que abriera la empresa una oficina pero nunca vi ninguna. Ocampo me citaba en el centro y me llevaba directo al banco, primero a abrir las cuentas corrientes y después me hacía firmar las chequeras en blanco. En una mesa de café nomás. Después me volvía a mi casa a esperar el llamado para comenzar a trabajar, pero nada ocurría, sólo firmaba papeles porque confiaba”.
“Hasta que me llamó la señora Dora (se reserva la identidad este Diario) y me dijo que del banco Bisel le reclamaban por cheques emitidos sin fondo y que eran de la empresa de la que las dos éramos las titulares, presidenta y vicepresidenta. Ella me alertó para que fuera a la AFIP y allí denuncié, conté también que no tenía nada que ver con Estanciera SA. Ahí me enteré que habían allanado y encontraron los papeles que el señor Ocampo me hizo firmar en la calle. Uno de esos yo firmé cuando creí que me había despedido de la empresa. Hasta a Chaco me llevó para hacer lo mismo y creía que iba como secretaria de la firma. Por ejemplo, a Oberá me llevaron Zayas y Ocampo a firmar papeles porque presuntamente iban a comprar un camión para la empresa, que necesitaba para transportar yerba. Yo nunca hice nada ilícito en mi vida, cuando me enteré sólo quise salir”.
A instancia de la fiscal Federal, Vivian Barbosa, reconoció las firmas en todas las actas de constitución de la empresa Estanciera SA, como también la cesión de acciones al acusado Zayas.
“Todo firmaba en blanco, le creía todo a Ocampo, él me dijo que dirigía la empresa, pero nunca vi o estuve sentada en una oficina como secretaria, como me habían prometido. Yo no conozco nada de sociedades, es muy distinto a vender cosméticos por cartilla, no sabía nada de empresas, sólo quería trabajar”, aseguró.
Desde AFIP
De los tres testigos que declararon ayer, el segundo relato correspondió a un contador (44) que se desempeñaba en AFIP en 2005 como perito del área Investigaciones. Fue uno de los que analizó y llegó a los documentos secuestrados en domicilios de Posadas y Oberá.
Entre ellos, las oficinas de calle Colón casi Félix de Azara en esta capital, estudio del contador García y donde Ocampo tenía asignado, según la elevación a debate de la causa, hasta una caja para guardar los documentos de las presuntas sociedades “truchas” o con “prestanombres” para evadir u obtener créditos fiscales ilícitos. Remarcó de sus informes que eran nueve las empresas “de cartón” que se investigaron, ligadas a los sospechosos.
“Cuando las socias se presentaron a denunciar avanzamos y solicitamos datos hasta al INYM para saber los datos de prestadores y proveedores de estas firmas de las que ya sospechábamos porque dejaron de tener movimientos o de repente compraban más de lo que vendían y aparecían en los registros como ‘no confiables’”.
Dora (66) cerró la primera audiencia, conectada de manera virtual desde Oberá. Apuntó que fue Ricardo Galarza quien la engañó e hizo firmar para una empresa que nunca existió. Pero que ella se enteró recién cuando de los bancos donde habrían abierto cuentas corrientes y desde la entonces DGR le comenzaron a llegar reclamos como titular de Estanciera SA.
“En 2005 Galarza me convenció porque era el esposo de mi amiga, yo le creí que iba a abrir un secadero en Garuhapé primero, después me dijo que iba a ser en Apóstoles, pero nunca se abría. Yo firmé porque hasta mi marido como técnico iba a poder trabajar, pero nunca vimos ni la empresa y tampoco un peso. Sin embargo ellos ganaron millones”.
“De 2006 a 2008 nunca pude tener copia de ninguno de los papeles que me hicieron firmar. Después me enteré que existía Gloria y que le habían dado un trajecito y zapatos y la llevaban a firmar documentos y chequeras sin saber nada tampoco”. “Supe de ella en el banco Bisel cuando me llamaron por la deuda que me querían cobrar. Ahí me dieron el teléfono y la llamé para que denunciara también”.
“Zayas manejaba toda la situación y nunca conocí una oficina ni recibí un peso de Estanciera (…) Yo necesitaba un trabajo, no que me estafarán”.