Esta semana la UCA, a través de su Observatorio de la Deuda Social, concluyó que sin los planes sociales la pobreza en Argentina habría llegado al 52% en el primer año de pandemia. Cabe recordar que el INDEC la situó en el 42% en 2020, con lo cual la diferencia de 10 puntos se traduciría en casi cinco millones de personas pobres más.
Para cualquier coyuntura de emergencia, la asignación de recursos del Estado hacia la población más vulnerable es un “salvavidas”. Sin embargo, en nuestro país van pasando décadas de incremento y variedad de planes sociales para una Argentina que nunca logra salir de la emergencia con la que se justifican.
El titular del Observatorio, Agustín Salvia, aseveró al presentar los resultados de la investigación que marcó el incremento de pobreza, indigencia y desempleo entre julio y octubre de 2020, que “hay que pensar cómo crear trabajo, porque en realidad se vienen alimentando cada vez más programas sociales sin resolver el problema”.
Horas después, el presidente Alberto Fernández anunció la incorporación de 2,2 millones de beneficiarios a la Tarjeta Alimentar, ya que abarcará a niños de hasta 14 años en lugar de 6 años de edad como era antes. Y la asignación será de $6.000 (si la familia tiene un hijo); $9.000 con dos hijos y hasta $12.000 con tres hijos.
Esa sola medida implicará destinar $250.000 millones este año.
Antes del anuncio, Daniel Funes de Rioja, presidente de la COPAL (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios) le había pedido al Gobierno bajar el IVA a los alimentos adquiridos con la Tarjeta Alimentar, para la jubilación mínima y el salario mínimo para bajar precios. Pero fue rechazado por Fernández que pidió a los empresarios “un esfuerzo” para poner un freno a la inflación.
¿Es más fácil generar condiciones para la creación de fuentes de trabajo o emitir moneda y tomar ayuda internacional para financiar planes sociales? La respuesta, gobierno tras gobierno, está a la vista.
Sin embargo, lejos de tener un efecto positivo sobre la calidad de vida de los argentinos, la masiva entrega de ayuda social no frena el incremento de la pobreza y la indigencia. Cada vez menos familias pueden garantizarse -con ingresos laborales o asistenciales- la canasta básica alimentaria.
Dentro de ese cada vez mayor grupo de personas, hay miles de niños, niñas y adolescentes que están lejos incluso de tener garantizada la educación y la salud en plena pandemia de COVID-19.
Entre la presión fiscal al privado que resiste a la crisis y la falta de incentivos para el empleo formal, los pobres con ganas de superarse parecen “condenados” a sobrevivir mediante planes sociales por la mayor escasez de oferta de trabajo. Porque los empresarios, en su mayoría y salvo excepciones como se vio en Eldorado con la Dass, no tienen planes de tomar trabajadores.
Y no pueden reducir sus plantas de recursos humanos, en parte, por el decreto que se prorrogó hasta junio que fija la doble indemnización.
Los candidatos a concejales de en los 10 municipios donde se renovarán bancas en Misiones, reciben a diario en sus recorridas de campaña un pedido mayoritario: trabajo. Los que van transitando varias campañas admiten que, antes, el reclamo pasaba por obras (asfalto, limpieza, recolección de residuos) pero ahora es conseguir un puesto laboral, en especial para los más jóvenes.
Uno de los debates de estos días, también pasó por cómo encontrará a la economía misionera una reapertura de las fronteras si se produjera en el corto plazo. Fue luego que algunas cámaras empresarias pidieron eximir de Ingresos Brutos a las PyME.
Fue el presidente de la Cámara de Comercio de Posadas, Sergio Bresiski, quien advirtió la necesidad de conseguir una rebaja del IVA en un 50% por lo menos, para ser competitivos ante Paraguay.
A su vez, confirmó que al “veranito” de ventas en alza le llegó el “otoño” con tendencia a la baja de un invierno de menor consumo. Con más razón, la principal actividad económica de muchas ciudades misioneras (el comercio y servicios) difícilmente vayan a tomar más trabajadores.
Buscando la foto o la bendición
El presidente Alberto Fernández llegará hoy a Portugal y, de ese modo, comenzará una gira europea donde espera cosechar apoyos en la renegociación de la pesada deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el cierre de la agenda está un encuentro en el Vaticano con el papa Francisco, antes del regreso a Buenos Aires.
En dato de las últimas horas, fue una infructuosa gestión para que Alberto Fernández suspenda su intención de obtener la foto con el pontífice argentino. Al parecer, en el Vaticano no creen conveniente la audiencia privada por varias razones, en especial por la reciente sanción y reglamentación de la ley del aborto legal y gratuito.
Trascendió que desde la propia Iglesia le habrían pedido interceder a “la jefa” del Instituto Patria pero no tuvo éxito el intento de convencer al Presidente.
La tradición del Vaticano es recibir a un mandatario que pide una reunión con el Papa. Aunque hay una diferencia que se marca entre las “bienvenidas” y las no tanto: el lugar donde atiende el máximo representante de la iglesia católica a los visitantes. Si es en su despacho oficial, es puro protocolo, algo que experimentó Mauricio Macri siendo presidente.
Si es en Santa Marta, la residencia del Papa, la reunión puede resultar más amena y productiva por el interés que despierta en Francisco. Hasta última hora, habrá que esperar el lugar de la cita con Fernández.
Antes de la partida a Europa, el Presidente pidió asegurarse la foto con Francisco y, en lo posible, una declaración de apoyo para presionar al FMI.
Guzmán y el respaldo menos pensado
Luego de la interna que se desató entre el ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán y el subsecretario de Energía Roberto Basualdo (hombre de CFK), se puso en dudas la continuidad del primero en el Gabinete.
Después, apenas unos días atrás, el Senado (a propuesta de Oscar Parrilli) avanzó con limitaciones legislativas a un futuro acuerdo con el Fondo y sobre el destino de miles de millones de dólares en juego.
Por ahora, el Presidente lo subió al avión de la gira por varios países que no hace muchos días el propio Guzmán ya estuvo visitando con el mismo plan de apoyos internacionales.
Ante la embestida del “Patria”, el titular de Economía cosechó el apoyo menos pensado: el propio FMI le hizo saber a la Casa Rosada que, una renegociación tan compleja como la que encaró Argentina con el organismo de crédito, se vería más complicada de resolución sin Guzmán.
Tal vez esa señal de respaldo le permita sobrevivir al Ministro en la coalición gobernante, donde tiene cada vez menos amigos y con un Presidente de jefe, con el poder cada vez más acotado por la Vicepresidenta que aparece con mayor fuerza de decisión y consulta permanente sobre funcionarios y medidas dentro del Gobierno del Frente de Todos.
Aunque en los últimos días los enemigos más públicos del kirchnerismo fueron la Corte Suprema y el jefe de Gobierno porteño, el gesto de unidad que se intentó dar desde Ensenada (Buenos Aires) es parte de un año electoral muy complejo para el oficialismo. Pero, por dentro, los “codazos” por los espacios de poder y decisión siguen activos. Con resultados impredecibles para la construcción política como para el rumbo del país.