La inercia de la crisis, lejos de cortarse, sigue siendo dinámica y amenaza con devorarse el año en curso. Fue un furioso 4,1% con el rubro “Alimentos y bebidas” entre los primeros puestos flanqueado por indumentaria y transportes.
De última y si es necesario, se puede cambiar el auto por el colectivo, se puede postergar un par de meses la comprar de alguna prenda de vestir, pero lo que no puede diferirse es la alimentación. Y es ahí donde el Índice de Precios al Consumidor está haciendo el daño más fuerte mes a mes.
Existen en el Ministerio de Economía de la Nación quienes, bajo condición de anonimato, fueron replicados en medios nacionales destacando que se registró una “desaceleración con respecto a marzo, que había sido del 4,8%”. Casi como celebrando un monumental 4,1%. Era lo que había asegurado Guzmán la mañana del día en el que se informaría el 4,8% de marzo. Claramente el plan no funciona… es eso o la palabra de Guzmán está más devaluada que el peso.
Pero no hay tiempo para lamentarse ni rearmarse, porque en pocas horas vuelven a subir los combustibles y con ello volverá a moverse toda la cadena de precios.
Hay que ver los límites a los que nos están llevando.