Nunca estamos solos, aunque a veces podemos sentirnos de esa manera, nacemos en una familia y aún en casos extremos siempre hay una persona que nos cuida.
A medida que vamos creciendo vamos conociendo a otras personas, algunas las elegimos como amigos o pareja, elegimos referentes ya sea profesores, actores o escritores, todos tocan nuestra alma de manera y con intensidades diferentes.
Las personas con la cuales nos relacionamos nos influyen y parte de su alma se queda con nosotros, aprendemos a ver las cosas desde su óptica y muchas veces nos adelantamos a lo que pensaran.
Estas personas son las que mayor contacto tenemos y con la cuales más cómodos nos sentimos, podemos pensar, hablar y opinar en libertad porque sabemos que estamos frente a alguien que nos quiere y nos valora por lo que somos, nos conoce y sabe de nuestras buenas intenciones.
Nuestras personas especiales no siempre están de acuerdo con nosotros y esto es maravilloso porque nos obliga a parar y replantearnos nuestros pensamientos o nuestra forma de vida, tener la certeza de que sus palabras vienen del amor, nos ayuda a poder mirarnos, ver aquello que no queremos ver, pero sabemos que es necesario.
Esas personas especiales son el regalo más maravilloso que podamos tener, son nuestras compañeras en este viaje de la vida, muchas veces reímos, jugamos, “arreglamos el mundo”, afrontamos miedos y nos hacen ver donde estamos parados, nos recuerdan nuestros sueños y nuestro potencial, nos sostienen con amor con una mano invisible para que no nos demos cuenta.
Una palabra las define y es AMOR con todas las letras expresado de mil formas diferentes, es esa mirada tierna sin motivo, la escucha atenta, la mano que nos sostiene en las situaciones difíciles, las pequeñas cosas compartidas, las risas cómplices, la palabra justa, la verdad (aunque no nos agrade) mezclada con firmeza y dulzura.
Lo mágico es que es mutuo, ellas son especiales para nosotros y al revés, es un ida y vuelta, cuando estamos con ellas sentimos que nuestra alma se recarga, se llena el corazón, encontramos la fuerza y la alegría que quedó perdida en el camino, ellas saben cómo hacernos sentir que no importa lo que la vida nos plantee, tenemos con que hacerle frente y salir felices de ello.
Con ellas nos convertiríamos en escritores porque podríamos contar mil anécdotas todas diferentes como para llenar un libro, los relojes se descomponen porque las horas nos pasan volando y aprendemos que las distancias son un detalle, porque nada separa a dos personas que se quieren de verdad.
Estas personas son luces maravillosas que iluminan nuestro camino, y mientras estemos vivos debemos ser conscientes cada vez que estemos con ellas que estamos frente a un regalo único, que lo tenemos que disfrutar saboreando cada segundo que pasamos con ellas, no importa lo rápido que vaya el mundo, que nada nos prive de compartir, charlar, vernos porque no somos eternos y primero siempre es lo importante.
La vida es un vuelo, donde se necesitan dos alas: una es la nuestra, nuestros esfuerzos, nuestra lucha y la otra ala es el amor, el cuidado y la sabiduría de nuestras personas especiales. Como decía una frase de una película que hace tiempo vimos con mi hermana: “Vuelo alto porque tú eres el viento que impulsa mis alas”.