Argentina enfrenta un escenario desafiante como pocas veces se observó a lo largo de la historia. Por un lado, una emergencia sanitaria que día a día consume camas de terapia intensiva y reproduce sin pausa la cantidad de contagios y fallecimientos.
Frente a ese panorama el Gobierno anunció medidas que, sin lugar a dudas, ponen al país frente a otro escenario no menos desafiante. Y es que la realidad de Argentina es distinta a la de buena parte del concierto de naciones. Argentina ingresó a la pandemia con una estructura económica altamente debilitada, con pocas perspectivas de mejoras y débiles herramientas. Y así llegamos a la primera ola, esa que se llevó todo por delante.
Hoy, frente a esta desafiante segunda ola, la situación es aún peor que al principio, porque la economía a la que ya le costaba acomodarse sin restricciones, deberá ahora volver a confinamientos durante los próximos días.
Incluso hoy existen agravantes con un peso específico devastador como el tamaño de la inflación, el volumen de la pobreza y la crisis política que se devora el día a día del Gobierno.
Sin embargo, también existen nuevas herramientas, pero la efectividad de las mismas dependerá de la pericia de los gobernantes. Conseguir más vacunas, acelerar el ritmo de la vacunación, abroquelarse detrás de las necesidades de un país en crisis… eso también es un desafío.