Pese a los paquetes de estímulo fiscal con que los gobiernos de la región trataron de mitigar los efectos más devastadores de la crisis sanitaria, la pandemia de COVID-19 disparó la pobreza en todas sus formas en Latinoamérica.
La magnitud del drama es tal que el flagelo llegó a su nivel más alto en los últimos doce años, afectando a uno de cada tres latinoamericanos.
Pero saldada esa etapa, lo que viene aún es complejo, porque el retraso de la vacunación en toda la región impactará en la pobreza a punto tal que diversos economistas estiman que el ingreso per cápita en la región en 2025 probablemente sea similar al de 2015.
Cortar la inercia de esta nueva crisis depende de acelerar el ritmo de la vacunación con una mejor gestión sanitaria consiguiendo y distribuyendo dosis con mayor fluidez.