Siempre hay un poco de verdad en cada: “es broma”. Una pequeña mentira en cada: “no se”. Un poco de sentimientos en cada: “no me importa”.
Y un poco de dolor en cada: “estoy bien”.
Cuando nos relacionamos con otro a veces decimos estas frases, nos cuesta mostrar lo que sentimos por eso ocultamos lo que nos pasa. Es muy raro que tengamos alguna tristeza, enojo o desilusión y de una la digamos al otro lo que sentimos, cuando nos pregunta: “¿cómo estas?”. Casi siempre la respuesta que damos es: “estoy bien”.
Cuando empezamos a sentir las emociones y lo que nos sucede con ellas es necesario poder compartir con el que está al lado nuestro, generalmente no queremos cargar al otro con nuestra “negatividad”, pero lo cierto es que cuando podemos mostrarnos vulnerables y necesitados suceden milagros, algo cambia para siempre. Así me paso a mi.
Recuerdo un día que daba clases con chicos de séptimo grado, llegué muy triste porque hacía una semana que mi papá se había muerto y al empezar la clase una de las nenas me dijo: “profe, ¿estás bien?”. – “Si”, le dije. Como una respuesta automática y a los segundos le dije no, la verdad es que estoy muy triste y tengo ganas de llorar. Ella se acercó y me abrazó. Sentí tanto amor que mi tristeza se fue, era una nena de un hogar de niños que están para ser dados en adopción por cuestiones judiciales y esa niña carente de muchas cosas me sanó en ese momento, me liberó del dolor que tenía.
Algo cambió en mí ese día, me ¡liberé!, pude mostrarme tal cual era con mi corazón en duelo en ese momento, di mi clase después con total normalidad, no te pierden el respeto por verte vulnerable, se genera empatía y se crean vínculos de amor. Capaz tengamos que hacer eso, mostrarnos ¡más humanos!
A veces reclamamos amor, pero no nos conocen. No saben de nosotros. ¿Como podría el otro adivinar qué me está sucediendo?
Para mi, mostrarnos como somos nos sana, nos libera de la rigidez con la que fuimos criados, pero sobre todo nos ayuda a amar y dejarnos amar. Que dios los bendiga.