Una lesión de meniscos mal curada lo apartó para siempre del sueño de ser futbolista. No bajó nunca los brazos y, ante ese destino, decidió ayudar a otros a cumplir ese sueño del pibe. Por eso, la muerte de Mario Alberto Oilher (71) pegó duro tanto en el fútbol de San Ignacio como de la provincia.
El entrenador, formador y reclutador de juveniles falleció el último miércoles al mediodía, víctima de un ataque cardíaco. La noticia conmovió a propios y ajenos, quienes recordaron su militancia junto a la pelota y el objetivo claro de darles a los pibes de la tierra colorada las chances que él no tuvo.
“Siempre fue un apasionado del fútbol, del fair play. Por eso, la noticia tuvo mucha repercusión y recibimos mensajes de muchísima gente”, le dijo ayer a EL DEPOR uno de los hijos de Mario, Alejandro, desde San Ignacio, donde descansan los restos de Oilher.
Mario nació el 24 de enero de 1950, en San Pedro, Buenos Aires. Él mismo contó que se enamoró del fútbol a los 4 años y que, a los 17, esa lesión maldita lo privó de seguir con su carrera. Fue entonces que decidió dedicarse a los más chicos.
“A mi viejo le ofrecieron trabajar en Libertad de Asunción. Nosotros con mi mamá decidimos quedarnos en Posadas. Y así terminamos en San Ignacio. Llegamos en 1991”, recordó Alejandro.
Oilher arribó a la ciudad de las reducciones como delegado del Club Atlético Vélez Sarsfield. Allí comenzó a recorrer la región en busca de futuros talentos, para conectarlos con El Fortín y otros clubes de Primera División.
En la larga lista de players que supo formar y captar aparecen nombres como Jorge De Olivera, Daniel Alberto Verón, Silvio Monge, Pablo Armesto o Mauricio Maslovski, actualmente uno de los cuatro arqueros del plantel profesional de Rosario Central.
Siempre apasionado por el fútbol, era lógico que no le iba alcanzar solamente con buscar talentos. Y es así que enseguida abrió su propia escuelita, bautizada como San Ignacio Miní.
El dato más trascendente de esa escuelita tiene que ver con que fue apadrinada por el propio Carlos Salvador Bilardo, quien incluso llegó a San Ignacio a fines de 2000.
El propio Oilher relató al sitio web bonaerense “Visión Regional” el recuerdo de aquella visita del Narigón. “Lo conocí como delegado de Vélez en Misiones. Siempre me demostró su humildad. Y siempre me decía que iba a ser el padrino de la escuela. Hasta que un día vino a Misiones. Fue una experiencia hermosa”, recordó.
Otro de los hitos en su carrera como formador fue la de lograr una prueba para Juan Lucas Cáceres, uno de los primeros juveniles mbyá guaraní en probarse en un club de Primera, en su caso, en Central. Fue allá por 2016 y aquello, además de abrir un camino, reflejó también la constante militancia política de Oilher, dirigida siempre hacia la inclusión y la equidad social.
Y como todo lo que fuera fútbol lo apasionaba, en 2010 también incursionó en el futsal: fue entrenador de San Ignacio, equipo con el que llegó a disputar la final del Clausura de ese año en la Asociación Posadeña (Apofusa).
“El fútbol es mi vida, está presente siempre, vive conmigo y es una pasión”, dijo Mario en esa entrevista al portal de San Pedro, su terruño, donde alguna vez fue campeón con el club Independencia.
La noticia de su muerte caló hondo en aquella ciudad y en Misiones. Con su partida, murió también una buena parte de la historia del fútbol del interior misionero.