Ya lo advirtió el poeta místico musulmán de Persia, Rumi: “Responde a toda llamada que excite tu espíritu”, algo que no dudó hacer Daiana Espínola cuando comenzó a oír la voz de su espíritu. “Fui mamá muy joven, tengo dos hijos y eso me llevó a preocuparme mucho en mantener la casa y entonces fui comerciante durante muchos años hasta que un día dije: “No quiero hacer más esto porque no tiene nada que ver con el estilo de vida que yo quiero”. Así puesto es como que fue una decisión que surgió de su interior de un día para otro, pero la joven de 31 años había iniciado una exploración por otros rumbos.
Cuenta a SextoSentido que “por pura curiosidad a los 26 años me interesé en el tema de la salud, en todo lo que tenía que ver con la alimentación, empecé a cambiar mis hábitos y eso me llevó a descubrir otras cosas sobre la piel, sobre todo lo que le ponemos a nuestro cuerpo por dentro y por fuera”, cumpliendo su modo de vida de auto-enriquecer sus conocimientos leyendo y estudiando hasta que como decimos coloquialmente: “le cayó la ficha” o “le hizo un click” y “a través de esta curiosidad puse en venta mi local y dije: ‘Que sea lo que tiene que ser’, me solté al universo, me solté a recibir. Con soltar me refiero a dejarse llevar por el corazón. A veces estamos cargados de tantos miedos y patrones que no son nuestros y soltarlos para poder ser quien viniste a Ser en este mundo, simplemente vos, sin ningún tipo de compromiso, deuda ni deber con nadie”.
Lo que vino después fue casi mágico, “empecé a trabajar en un centro de educación ambiental, me involucré mucho con esa temática que me apasiona, soy autodidacta, me encanta aprender y todo lo que tenga que ver con el cuidado del medio ambiente y la naturaleza, es mi fuerte. Entonces combiné esta pasión relacionándola con la cosmética natural”.
De pronto, un golpe de “mala suerte” la obligó a quedarse en cama, “el año pasado -antes de que comience la pandemia- tuve un accidente en bicicleta, algo que me gusta mucho hacer: ‘andar en bicicleta’, me quedé en cama un mes y lo mejor que pude hacer fue un curso online de cosmética natural donde nos pasaron recetas, saberes sobre los ingredientes, muy, muy sencillos porque lo que se busca es simplificar y que podamos utilizar la menor cantidad de químicos posible y de cosas artificiales a nuestro cuerpo. Con pocos ingredientes conseguir iguales y hasta mejores resultados”, y así creó su taller y marca Prana.
Integrar y conectar
Ir abriendo grandes puertas que te al maravilloso escenario natural que todos los seres vivos compartimos fue para Daiana un descubrir intenso y profundo.
Pudo “rescatar ese amor profundo y sentirlo, ese amor de la tierra hacia nosotros. Creo que si el ser humano cambia su mirada hacia este profundo amor incondicional todo cambiaría para bien”, confiesa mientras nos habla de sus preparados. “Es trabajar como con una receta de cocina”, utilizar romero, lavanda, esencias naturales, ortiga y otras aromáticas que van dando forma a jabones y hasta el gran protagonista que a todos gustan que es el champú sólido.
“En mi casa se vive el cuidado del medio ambiente, somos una familia ecológica, tratamos de hacer todo lo posible para que nuestra vida sea amigable con el medio ambiente y como soy la más intensa pongo mi aporte. Con el champú sólido por ejemplo, quienes lo usan se sienten mejor con los resultados, a la mayoría les encanta cuidar su salud y también se sienten bien al saber que están colaborando en la reducción de residuos porque ya no tiran tantos potes plásticos y si tienen un envase de vidrio lo reciclan”.
Y es este nuevo transitar humano al que se sumó SextoSentido hace más de ocho años, cuando llega la acción de jóvenes con la puesta en práctica de esa conexión con el todo.
Cocina con productos de la tierra
Mientras bate, cocina, coloca aromas y amasa en la cocina para hacer jabones, Daiana sabe que “estamos haciendo lo mejor para nuestra casa común que es nuestra Pacha, tratando de transmitir ese amor por la naturaleza porque creo que ahí comienza todo”.
“Creo que necesitamos empezar a ver a nuestra gran madre naturaleza como lo que es y devolverle el amor que ella nos da a nosotros. Nos acostumbramos a verla como proveedora de servicios, de necesidades, y dejar de verla así como un bien de consumo para descubrirla como una integración nuestra porque nosotros somos tierra y necesitamos rescatar esa conexión”.
“Y rescatar ese amor profundo y sentirlo, entonces si los seres humanos probamos cambiar la mirada hacia este profundo amor incondicional todo cambiaría para bien, pues habíamos perdido esa conexión y necesitamos urgente volver a reconectarnos”.