Es muy difícil abandonar la comodidad del hogar, dejar familiares y amigos atrás, pero el deseo de triunfar o buscar “un cambio de aire” pudo más para Baltazar Cabrera. En un deporte como el fútbol es casi imposible saber qué destino se tendrá y, en su caso, Misiones lo estaba esperando con los brazos abiertos.
El joven volante de 20 años, nacido en San Justo (Santa Fe), hizo gran parte de las inferiores en Unión y, si bien estuvo dos años en Argentinos Juniors, el Tatengue fue su última casa antes de llegar al Colectivero.
Cabrera, que llegó en el medio de la pandemia para no regresar, habló con EL DEPORTIVO en medio del descanso obligatorio de Crucero, debido a la fecha libre y al receso de una semana dispuesto por el Consejo Federal. El zurdo contó dónde dio sus primeros pasos en el fútbol, cómo llegó a Santa Inés, su adaptación y de la actualidad del equipo.
“Hice las inferiores en Unión y Argentinos Junior. Primero hice las pruebas en Unión y empecé a jugar ahí cuando tenía once años. Ese primer año fue de sacrificio porque me tocó viajar todos los días. Yo vivía en San Justo, que estaba a 100 kilómetros de la Capital, y además iba a la escuela, pero de todos modos fueron momentos muy lindos”, recordó el volante.
El Tatengue, su casa
“A mí Unión me formó como persona y como jugador. Recién empezaba y ellos me guiaban. En el segundo año fui a vivir a la pensión y ahí ya estaba todo más cerca. Vivía debajo de las tribunas e iba al colegio del club. Son recuerdos muy lindos porque tuve la oportunidad de jugar en AFA y aprender muchas cosas”, sostuvo el volante que jugó los siete partidos.
“Cuando llego a novena división me voy a préstamo a Argentinos Juniors. Estuve dos años ahí y sumé momentos buenos y otros no tantos, porque a veces no te toca jugar, pero sirve madurar y estar preparado para estas cosas”, agregó.
Sin lugar en el Tatengue, Balty, como lo conocen sus compañeros, entendió que era momento de un cambio en su carrera y a través del programa Talentos Misioneros que tenía como objetivo captar jugadores, desembarcó en Santa Inés y hasta tuvo el privilegio de ganarse un lugar entre los titulares del Colectivero.
“Volví a Unión y este año me vine a Crucero. En realidad surgió la posibilidad de hacer unas pruebas acá y durante la pandemia en Unión no me volvieron a convocar para volver a entrenar con la reserva y la primera. Entonces decidí que era momento de un cambio de aire, de buscar nuevos rumbos. Por suerte Crucero se interesó en mí y hoy estoy en el primer equipo del Federal A”.
La adaptación
Fue un cambio rotundo para el mediocampista, que no se imaginaba terminar en Misiones, pero que se adaptó rápidamente. “Con el tema de la adaptación vengo bien. Desde el primer día me sentí muy cómodo, tuve toda la confianza del técnico, de mis compañeros y eso facilita mucho. El hecho de tener compañeros experimentados que nos van guiando a los más jóvenes hace que sea todo más sencillo”.
Con respecto su debut oficial en primera, el volante admitió: “los primeros partidos no son fáciles, pero son lindas experiencias y van a servir para formarme como jugador. Esto es aprendizaje todos los días y mientras uno más pueda aprender va a ser más provechoso para el futuro”
Finalmente, Cabrera dejó su visión del equipo en este arranque de certamen, donde Crucero acumula 7 puntos en 7 partidos disputados, con dos triunfos, un empate y cuatro caídas. “Somos fuertes de local y de visitante nos costó un poco más, pero casi siempre merecimos más“.
“Somos un equipo intenso, corredor, que ataca mucho por los costados. Sin dudas tenemos que mejorar muchas cosas, pero tenemos con qué hacerlo y así conseguir el objetivo del club que es ascender a la siguiente categoría”, sentenció.