En los tiempos violentos que atravesamos es importante recuperar la etapa del “noviazgo”. Conocer al otro con quien hemos comenzado una relación afectiva. Dicho proceso nos brinda un espacio para conocernos, para construir intimidad emocional (fundamental para llevarnos bien), antes de comprometernos a largo plazo. Noviar, aún cuando el término parezca haber pasado de moda, es como ir juntando las ramitas para armar el nido.
Hoy la cultura nos insta a apurarnos, a hacer todo rápido, sin tomarnos tiempo para meditar, analizar y medir nuestros pasos. Pero el verdadero amor (hacia uno mismo) siempre espera.
El noviazgo o la etapa de conocimiento del otro es fundamental porque pueden aparecer las señales de alarma que se deben tener en cuenta para saber si ese vínculo que se está armando es tóxico o no. Te invito a tener en cuenta algunas de estas señales:
-Poda de libertad (control): “No me gusta que vayas a tal lugar”. “No quiero que hagas eso”.
-Poda de estima (descalificación): “Vos siempre decís tonterías”.
-Poda de familia: “A tu mamá o a tu papá no la/lo soporto”. “No te juntes con esas personas”.
-Poda de proyectos: “No quiero que estudies”. “¿Para qué vas a estudiar eso?”.
Incluimos celos, comparaciones, humillaciones en público y otras actitudes por el estilo.
¿Qué hacer si surge algo de todo lo mencionado? Abrir bien los ojos y tener claro que siempre, antes de la violencia física, hay violencia verbal. La violencia no es algo ocasional sino una conducta que es patológica. Celar, descalificar, humillar, controlar, comparar no son, como algunos creen, expresiones de amor. El verdadero amor nunca duele, sino que respeta. Puede sentir y discutir, obviamente, pero jamás agrede ni le hace daño al otro.
Es muy importante tener presente que la violencia, en cualquiera de sus formas, siempre está mal y no debe ser tolerada. Entonces, ¿qué debería hacer una persona, sea mujer o varón, que es víctima de violencia? Denunciar. No existe otra opción. Incluso en medio de una pandemia como la actual, es preciso pedir ayuda.
¿La persona maltratada es masoquista?, se preguntan muchos. De ningún modo. Es alguien que quedó atrapado/a en un vínculo de poder basado en el miedo. Y esto sucede porque “su autoestima fue podada”. Por esa razón es que muchas veces, las personas piensan que solas no pueden y quedan atrapadas en una relación tóxica sin tratar de huir. Alguien violento, independientemente de su sexo y condición de vida, se siente impotente.
La impotencia consiste en la falta de recursos. Quien maltrata no tiene recursos comunicacionales y soporta un tiempo, hasta que un día estalla y esta conducta se vuelve un hábito.
Lo ideal cuando se detecta violencia en la etapa del noviazgo es poner límites dejando la relación. De lo contrario se le entrega al otro un poder que tarde o temprano, usará en nuestra contra.