Las significativas bajantes en los ríos que surcan la provincia de Misiones no sólo genera un impacto en el comercio, en el ambiente sino en las poblaciones que se abastecen de agua potable desde el Iguazú, el Paraná y el Uruguay.
La desmedida intervención que les cabe a las represas ubicadas en el Brasil, con una regulación perjudicial para la Argentina, sumada a la cuestión climática, hacen que provincias como Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe por mencionar algunas, deban pensar en una estrategia urgente por la crisis hídrica que llegó para quedarse un largo período.
Tal vez el caso más complejo que tiene la tierra colorada desde hace varias semanas es Puerto Iguazú, que busca culminar las nuevas obras que permitan asegurar la llegada de agua potable a los barrios que hoy no cuentan con la fluidez necesaria.
Pero, de profundizarse la bajante de los ríos, podría haber más municipios perjudicados como Iguazú. A la par de debatir qué hacer con una política hídrica en Misiones, hacen falta unificar acciones y criterios donde la planificación supere a la eventual emergencia, con el mínimo impacto en las poblaciones que puedan resultar perjudicadas.
A su vez, debiera generarse en todo el arco político de Misiones un reclamo más contundente al Brasil. Que incluso sume a las representaciones de las otras provincias del NEA y Litoral, para que el vecino país “afloje” la circulación aguas abajo.
Lo que tiempo atrás el faltante de agua en los ríos podía ser una eventualidad, se ha convertido en una constante.
Por esa razón, debiera existir un conjunto de técnicos y especialistas analizando los pasos inmediatos, a mediano y largo plazo para hacerle frente a una crisis a la que los pronósticos anticipan “larga vida” en nuestra región.