La última medición del INDEC respecto de la desocupación advierte que el 10,2% de la población padecía ese flagelo en el primer trimestre del año. El índice representa una baja de 0,8 puntos porcentuales respecto de diciembre de 2020, pero al mismo tiempo refleja que en ese período eran al menos 1,3 millones los desempleados en la Argentina.
Con todo, la medición del INDEC no reflejaría la crisis laboral en toda su extensión.
En mayo pasado, un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina señalaba que las restricciones del decreto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) de 2020 tuvieron un efecto de “desaliento” sobre la población trabajadora, que dejó de demandar empleo por las mencionadas restricciones, por el cierre de emprendimientos. Y que, de no haberse producido ese efecto, la tasa de desempleo entre la Población Económicamente Activa (PEA) rondaría el 28,5%.
Otro informe del mismo organismo dado a conocer el mismo mes advertía que un tercio de los trabajadores son pobres debido a diversos factores como la inflación y la pérdida de capacidad de compra.
El índice de desempleo bajó, es cierto, pero tras el porcentaje se desarrolla una crisis abominable.