Juan Sebastián Giménez (37) intuye que la veta artística provino de su bisabuelo, Ángel Giménez, quien hizo sus primeras armas en la fotografía en plena selva misionera, pero su pasión por la profesión fue decisiva al recibir las enseñanzas de su tío, el reportero gráfico Miguel Ángel Giménez. Cuando aún era un niño, “él me hacía sacar fotos con la cámara analógica, me tomaba pruebas. Siempre me decía que si bien el fotógrafo tomaba las fotos, se metía en el campo, era el editor el que tenía a su cargo la visión y el trabajo final”, recordó el joven, nacido en la Chacra 150 de Villa Cabello.
Añadió que su tío “me enseñaba cómo era la composición, cómo era el trabajo finalizado, la edición en un diario -me hablaba mucho de PRIMERA EDICIÓN- y a partir de ahí nació mi pasión por la fotografía y el periodismo”.
Contó que cuando terminó la primaria viajó a Buenos Aires donde terminó el secundario en el Colegio Sarmiento, y en forma paralela, estudiaba cine, dirección de cine, dirección de fotografía. Al finalizar esos estudios, fue contratado para trabajar en América TV, donde estuvo en la producción de Mauro Viale durante cinco años. “Los dos primeros fueron como técnico en iluminación, y luego ascendí a iluminación, donde trabajé en el piso” con el periodista recientemente fallecido.
“Siempre le preguntaba cómo era el trabajo periodístico, cómo se contaba, cuál era la diferencia entre la producción de un trabajo en vivo y el de la calle. Trabajar en vivo me abrió la cabeza y me dio mucha experiencia”, aseguró. Es que Giménez venía de la rama del cine, y esto le resultaba diferente. “En el cine tenés un plan de rodaje, que lleva su tiempo, y en el noticiero en vivo, es el día a día, es otra cosa. Los invitados te pueden decir que sí, después te cambian el cronograma, y uno se tiene que amoldar a esos cambios”, ejemplificó.
Sumando experiencias
Después de realizar un masterclass de producción cinematográfica con el director alemán Werner Herzog, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia -filma mucho en Perú y en Bolivia-, le había quedado el contacto, por lo que decidió seguirlo a Barcelona, España, adonde estaba brindando cursos. “Realicé los cursos y me quedé a trabajar por un tiempo con la productora Black Factory Cinema. En ese tiempo me tocó vivir parte de los atentados en Cataluña, en 2017. Regresaba de mi trabajo y estaba a una cuadra de la rambla cuando empecé a escuchar gritos, ver sobrevolar helicópteros, fue una cosa extraña que gracias a Dios en Argentina no tenemos. De repente está todo bien, y al mismo tiempo descubrís que no estás seguro en ninguna parte del mundo. Ves a la gente corriendo, sangre por todos lados, y no sabés en qué momento te toca a vos. Tenés una camioneta con bombas a tus espaldas y no sabés para dónde moverte. Esa es la sensación”, confió.
Agregó que atinó a hacer fotografías de la gente corriendo pero “nos mandaron a todos a las casas y la foto que quedó en las publicaciones fue la del embajador de Siria junto al cónsul que al día siguiente rindieron respeto entre los catalanes, lo que originó una situación muy tensa”.
De regreso a casa
Después de haber vivido en Barcelona, en Madrid, en San Sebastián, regresó a Posadas donde comenzó a trabajar con el gobernador Oscar Herrera Ahuad y “su maravilloso equipo”. También hubo momentos “para aprender de los consejos del maestro Juan Carlos Marchak, que también trabajó junto a mi tío Miguel”.
Por estos días se encuentra “haciendo fotografía para cine, trabajando con actores locales, en rodajes. Hace poco vino Pablo Echarri con la producción de Pepe Salvia a presentar ‘El silencio del cazador’, en el IMAX. Realizamos unas fotos que se enviaron al INCAA para publicitar cómo es el trabajo acá, la convocatoria que tiene el cine argentino y de Misiones, las herramientas que tiene el campo del Centro del Conocimiento, que es muy amplio. Eso está bueno, que llegue a otras partes del país y del mundo para que vean que tenemos grandes actores, grandes talentos, grandes artistas. Es una cuna de talentos nuestra provincia”, celebró.
“La fotografía es para mí una manera de expresar una visión que tengo, y una visión de cómo ve Dios las cosas. Soy una persona creyente y tuve muchas experiencias con Dios en la fotografía. Muchas experiencias de cuidado, también. Subí al Aconcagua y me quedé sin aire, llegando a saturar entre 84 y 82, haciendo un trabajo fotográfico. El único que me pudo haber salvado es Dios”, aseveró Giménez. Y mencionó que “tuve rescates de alta montaña en un parque de Noruega donde un señor se cayó por accidente y tuve que rescatarlo. Era un día de invierno, en febrero, no había nadie más y, de la nada, apareció una persona que me ayudó, con la que nos entendíamos solamente por señas. Pudimos bajarlo, y apenas llegamos a la base, desapareció de la nada”. Entiende que “son cosas que me fueron pasando muy allegadas a Dios. El de la fe es un camino que elegí, y tuve muchas experiencias, muchos viajes, muchas aventuras. La fotografía es una manera de contar las experiencias que tuve y las posibilidades que se me dieron”.
Destacó el hecho de poder “ir a estudiar afuera y de volver con trabajo, de que me recibieran con los brazos abiertos”, por lo que “sigo impulsando a las personas a viajar, a estudiar afuera, a conocer el mundo. Creo que siempre uno vuelve a su cuna. Si bien estuve por diferentes partes del mundo, el hogar siempre sigue siendo algo irremplazable. Es algo que no se puede comparar. Podes estar en otro lugar por trabajo, por estudio, pero siempre se añora volver con la familia -la suya está diseminada entre Aristóbulo del Valle, Posadas y Eldorado-, a los paisajes de Misiones”.
El premio otorgado por la revista National Geographic le abrió a Giménez muchas puertas tanto en los Estados Unidos como en Alemania.
“Haber trabajado con Werner Herzog, que fue mi maestro, me dio muchas posibilidades para seguir trabajando en el cine nacional y para trabajar en San Sebastián, en Tabacalera Espacio Promoción del Arte -es un centro cultural y de arte localizado en la Antigua Fábrica de Tabacos de Madrid- que se asemeja al Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, que es un lugar donde se trabaja mucho el cine, la fotografía, donde se le da mucho espacio a los artistas de las diferentes disciplinas”, describió.
Reiteró que su bisabuelo Juan Ángel Giménez era fotógrafo. “Vivía cerca de Aristóbulo del Valle, y tenía su laboratorio en brea en medio de la selva. Eso fue lo que heredó mi tío Miguel, y se fue esparciendo a los sobrinos. Todo queda en familia. Tal es así que mi primo hermano, Fernando Pacheco, hace cine. ‘A la deriva’ fue presentada en la Competencia Mundial de Óperas Primas del 36º Festival de Filmes de Montreal. Ahora terminó otra, y se encuentra con un nuevo proyecto, siempre en Misiones, y todo viene de esa veta artística que nace de este bisabuelo”.
Añadió que ese “es mi mundo, y ahora también el de la comida”, agregó entre risas, quien abrió un local de sushi tradicional junto a su novia, descendiente de japoneses. “Todo lo que me proponga, lo puedo llevar a cabo, en lo artístico, en la cocina y la hotelería, que me encanta, y en lo que trabajé después de salir de América TV”.
Entre tantas anécdotas manifestó que cuando trabajaba en ese importante canal de televisión de Buenos Aires, se enteró que venía Herzog. “Fue a través de un comentario de Jorge Rial, que había dicho que venía al país un prestigioso director alemán a filmar una película y a ofrecer unos cursos. Sin dudar, me pedí una licencia en el trabajo y acudí a estudiar cine con él, pero siempre me mantuve ligado a los medios de comunicación”, acotó. También estuvo con Alfredo Barragan -líder, soñador, expedicionario y deportista amateur- cuando presentó su trabajo “Expedición Atlantis” en la Feria del Libro, en La Rural. “Tuvimos que cubrir la nota con el canal, pero me tomé un tiempo para comprar el ejemplar, hacerle unas fotos, escucharlo y contarle algunas cosas mías”, dijo.
“Siempre traté de rodearme con directores y actores. Fue la posibilidad previa que tuve cuando estuve estudiando en la Escuela Nacional de Cine, y trabajé en bastantes películas en la parte técnica, de fotografía y producción. Esto, además de haber trabajado con Pablo Di Sanzo, hijo del fotógrafo de Leonardo Favio.
Conozco a mucha gente del cine, lo que me da la posibilidad de trabajar con actores y directores. A su vez, viajar para trabajar con los de afuera”, reseñó el posadeño.
Aseguró que cuando se acuesta, por las noches, “doy gracias a Dios por las oportunidades que me brinda diariamente. Por esta entrevista, porque pudimos vender bien en el negocio, porque tenemos a toda la familia con salud, por conocer a nuevas personas que te abren puertas, que comparten experiencias, otras historias, y eso es lo que nos enriquece como seres humanos. El contacto con otras personas es fundamental. En eso me pongo a pensar. Pero es el vivir el día a día. Cada día te sorprende con algo nuevo. Siempre y cuando lo busques. Porque la suerte está echada y Dios es el que decide”, reflexionó.