Misiones vive un interminable enfrentamiento entre familias que ocupan tierras que otras personas reclaman como propias, lo que termina en procesos judiciales cuyas resoluciones generan fuertes posturas encontradas.
En la defensa de la propiedad privada, de inversiones realizadas por gente que muchas veces ni siquiera reside en la tierra colorada, en forma constante aparecen los que se vieron engañados en su buena fe con boletos de compra-venta de “vecinos” que ya no están; pero también de los avivados que se valen de los primeros para intentar sacar una “tajada” de tierras que tal vez nunca vayan a ocupar para producir o para vivir en ellas.
Con una base de datos de la Provincia en proceso de digitalización, en muchos casos se repite la falta de claridad respecto a quién es el verdadero dueño de las tierras en conflicto.
A lo explicitado, se termina “colando” la política partidaria, los intereses electorales y un oportunismo que queda muy lejos de encontrar una solución de fondo para los propietarios de las tierras y para quienes buscan una chance de trabajar y arraigarse con sus familias de manera legítima.
Aún quienes llevan adelante una lucha contra las usurpaciones, como son los Productores Autoconvocados del norte provincial, vienen pidiendo que se conforme un espacio interinstitucional gubernamental, capaz de ayudar a resolver esa tenencia legal de tierras productivas, para quienes puedan demostrar no tener otras propiedades y ganas de producir para el autoconsumo y la venta de su producción.
Mientras no exista una solución de fondo, seguirán los cruces y enfrentamientos entre grupos que se sientan damnificados por el accionar de los otros. Como ya ocurrió, como sigue sucediendo en diferentes puntos de la provincia.
En lugar de los desgastes innecesarios y la arenga política, la dirigencia debería poner su esfuerzo en alcanzar -aunque sea a largo plazo- un proceso definitivo de solución para todos.