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La nutricionista a cargo del primer consultorio Provincial Interdisciplinario de Trastornos de Conductas Alimentarias en el Centro Asistencial Manantial, Valeria Da Luz, dijo a PRIMERA EDICIÓN que “los pacientes que están en tratamiento para dejar sustancias adictivas, por lo general también presentan trastornos en la conducta alimentaria”.
En este sentido, explicó que si bien “la mayoría de las personas no se acerca debido a su relación problemática con la comida, durante las entrevistas notamos que tienen que trabajar en su conducta alimentaria”.
Mala relación con la comida
En mayo de este año, el Observatorio Provincial de Drogas, dependiente de la Subsecretaría de Prevención de Adicciones y Monitoreo Territorial, llevó a cabo un estudio exploratorio que reflejó que “de los consumos problemáticos, los relacionados a la alimentación ocupan el tercer lugar”, destacó Da Luz.
De ese grupo, “el 62% de las personas manifestó tener algún familiar con problemas de peso o con su imagen corporal”. Estas estadísticas, ratifican lo que “desde el año pasado venimos viendo en los pacientes que tienen malos hábitos y presencia de algún trastorno alimenticio”, dijo.
En cuanto a los principales trastornos, la nutricionista mencionó la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y los trastornos no específicos que “son una mezcla de los dos primeros”. Aunque estos son los más comunes, “hay una variedad enorme que se desprenden de estos tres centrales”.
En los pacientes con consumo problemático, la mala relación con la comida suele darse porque “el alimento pasa a un segundo plano porque o no comen, o lo hacen de manera patológica. Cuando tienen una adicción a alguna sustancia e intentan dejarla, su alimentación es lo último en lo que piensan en mejorar”, sostuvo.
A modo de ejemplo, Da Luz mencionó que “es común que durante la etapa de consumo de cocaína o crack, los pacientes dejen de comer por un tiempo. Pero después, cuando baja el efecto de las sustancias, viene el atracón”.
Sobre el tratamiento
El tratamiento debe realizarse con un equipo interdisciplinar, dado a que es una patología crónica. “Se trabaja en el pensamiento de la persona que deriva en la conducta de la persona. Lo que hay que hacer es romper o mejorar ese pensamiento para comenzar a dejar ese mal hábito”, explicó.
En el caso del Centro Asistencial Manantial, Da Luz señaló que “contamos un médico, psicólogo, psiquiatra, nutricionista y trabajador social”.
Este último, es quien hace el abordaje familiar. Para iniciar el tratamiento, “la persona debe solicitar un turno, se lo admite y ahí se lo deriva dependiendo la sugerencia de los profesionales. Para este tipo de patologías, el proceder más adecuado es a través de actividades grupales porque permite que las personas se vean reflejadas en las acciones del otro. Al sentirse identificados, el acompañamiento es mucho más fuerte”, subrayó.
Sin embargo, por la pandemia “el tratamiento es ambulatorio y, dependiendo al gravedad, puede ser ambulatorio con acompañante terapéutico”.