
El avance de la variante Delta del Coronavirus, la más contagiosa hasta el momento y que está causado estragos principalmente en Europa y Asia, refuerza la preocupación de los gobiernos del mundo por la pandemia, que pese a contar con numerosas vacunas para combatir el virus, parece estar lejos de finalizar.
Ese marco han llevado al Gobierno argentino a mantener los límites fronterizos cerradas tras casi un año y medio, y a aplicar medidas cómo la de limitar el número de ingreso al país de quienes lleguen desde el extranjero a través de los aeropuertos.
Pero la idea de mantener cerradas las fronteras en todo el país es una tarea mucho más difícil y compleja. La provincia de Misiones, por ejemplo, tiene alrededor de 1.100 kilómetros de frontera con Brasil y Paraguay. Salvo unos pocos kilómetros de límite con Corrientes, el resto es internacional.
Los límites con los vecinos países han sido históricamente zonas de difícil (y poco) control, y en los puntos más cercanos son habituales los cruces ilegales de costa a costa en embarcaciones. Ni hablar en la parte más oriental, donde Brasil y Argentina están unidas por una extensa frontera seca.
En estos sitios, sin turismo y con una creciente crisis económica, se ha potenciado este tiempo el comercio ilegal y el contrabando. Con esta sinopsis, el programa “Al Límite” del medio La Nación se trasladó hasta nuestra provincia, donde elaboró un informe sobre la realidad en estos límites, centrándose principalmente en la Triple Frontera, y los pasos de San Antonio-San Antonio Do Sudeste, y Bernardo de Irigoyen-Dionísio Cerqueira.