Cuando hablamos de emociones tales como el enojo suelo ver caras de sorpresa cuando digo esta frase: “el que te enoja te controla”.
Es como si fuera la primera vez que nos diéramos cuenta que el enojo con alguien nos pone en un lugar de sumisión. Ahí es cuando tomamos conciencia que ese enojo que sentimos es nuestra responsabilidad y que podemos cambiar la forma en que accionamos siendo una decisión nuestra.
El enojo aparece por una frustración a un deseo, a veces queremos que alguien haga algo y si no lo hace nos enojamos, le entregamos literalmente el poder a esa persona para que maneje nuestro humor y a veces nuestro ¡día!
Durante los talleres cuando repito la frase nos damos cuenta de la importancia que tiene hacernos cargo de nuestro enojo, ver qué y quién lo provoca, pero sobre todo cuánto tiempo vamos a permitir que alguien más que nosotros decida cómo vamos a estar anímicamente. Hacernos responsables de nuestra vida implica también darnos cuenta que a veces hasta pidiendo algo a alguien, esa persona no va a darnos lo que queremos y ahí tenemos que decidir qué posición vamos a tomar.
¿Seguimos ahí esperando algo que no nos van a dar o buscamos en otra parte lo que deseamos?
Es una mirada diferente la que tenemos que hacer, pararnos en otra parte, en otro lugar para ver de otra manera.
El enojo viene a mostrarnos que no estamos conformes con lo que tenemos, con lo que nos dan, con quién nos estamos relacionando, es una emoción que nos puede ayudar a ver qué nos molesta y qué necesitamos hacer para ir por lo que queremos.
Sobre todo preguntarnos ¿por qué seguimos dejando que nos controlen?
Hoy podemos mirar ese enojo que tenemos, quién lo provoca y saber qué y quién nos enoja, nos ¡controla! Dios los bendiga.