Esta propuesta nos requiere estar atentos, despiertos para que la mente no nos juegue ese truco que nos hace dudar de lo positivo y dar por sentado lo negativo.
Estemos alertas ante esa voz interna que pone en duda cada cosa que hacemos o decimos, la que nos vive recordando errores del ayer, esa que se alimenta de miedos, suposiciones y victimismos.
Apartemos de nuestro pensamiento esas preocupaciones que no se detienen, que nos agotan y debilitan. Centrémonos en la solución en lugar de hacerlo en el problema.
Estamos hechas de músculos, huesos y tejidos y también de miedos, ideas irracionales y un crítico interno muy negativo que alimenta pensamientos excesivos e inútiles. No dejemos que este mecanismo que nos hace pensar que lo negativo es permanente y lo positivo es efímero nos domine.
Por eso los invito a enfocarnos en lo que vamos a hacer luego que esto pase.
¿Qué cosas extrañas?, ¿abrazos?, ¿reuniones?, ¿la libertad de ir y venir cuando quieras?
Dicen que los momentos de necesidad nos preparan para el disfrute, que a veces, necesitamos un contraste para volver a disfrutar lo que damos por sentado.
Y me pregunto y te pregunto ¿Cuánto tiempo nos va a durar la alegría y el disfrute de volver hacer todo eso que hoy extrañas?, ¿durante cuánto tiempo vas a valorarlo antes de darlo por sentado nuevamente?
Para no repetir la lección hay que aprenderla, si no incorporamos el aprendizaje volveremos a pasar por más de lo mismo. ¿Qué aprendiste en la pandemia?, ¿qué vas a hacer de diferente después?, ¿qué rutinas cambiarías?, ¿qué cosas no volverías a hacer?, ¿qué cosas comenzarías a hacer que antes no hacías?
Cuidemos el alma. Es el alma lo que configura la mente y el cuerpo. El camino, siempre es desde adentro hacia afuera. Lo maravilloso de la vida está en lo simple, en lo cotidiano: pensemos, miremos, escuchemos y hablemos desde el bien.
Es cierto que son momentos desafiantes y que esta crisis puso la lupa en los sistemas que no funcionan bien, pero también es cierto que hay millones de actos de bondad que hacen a la unión de la comunidad, día tras día. La solidaridad, la alegría y el amor, también contagian.
Entonces, vale el replanteo: ¿Qué decisiones diferentes vas a tomar? ¿Qué podemos mejorar?
Responder esta pregunta es la mejor forma de rendir homenaje a las víctimas de esta pandemia y aprender. No se trata de pensar menos sino de pensar mejor y apagar la voz interna que alimenta nuestros miedos. Confiemos.