En esta dinámica de pocos aciertos, muchos errores y gruesas críticas hay algunos que deberían, cuanto menos, medirse. Porque son en gran parte responsables del descalabro actual. Que, por ejemplo, el expresidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, salga a defender su gestión criticando el alto nivel de inflación es hasta ofensivo.
Se entiende la reyerta oposición vs oficialismo, pero en el medio millones de argentinos quedaron entrampados en una pésima gestión.
Sturzenegger se fue del Gobierno a mediados de junio de 2018. Meses antes, en abril, comenzaron las corridas bancarias y fugas de capitales. En un primer momento, Sturzenegger intervino fuerte y llegó a vender 4.700 millones de dólares para mantener el precio por debajo de los 25 pesos… pero no alcanzó. Elevó la tasa de interés del Banco Central hasta el 40%, una maniobra que contextualizaba también el vencimiento de los Lebacs.
La medida duró nada y el dólar comenzó a flotar nuevamente. Así las cosas, el BCRA empezó a ofertar casi 5.000 millones de dólares por día por arriba de los 25 pesos, pero ello tampoco evitó las subas.
La burbuja de Lebacs que provocó la política de Sturzenegger al frente del Banco Central generó una crisis que terminó en una intensa salida de capitales.
Se perdieron miles de millones de dólares de las reservas intentando contener el drenaje de divisas y finalmente en 2019 el propio macrismo terminó poniendo un cepo a la compra de 200 dólares para el ahorro minorista.
Cuando la moneda llegó a los 28,44 pesos, Sturzenegger consideró que él mismo “perdió credibilidad” y presentó su renuncia.
El breve relato anterior contextualiza uno de los peores desempeños al frente de la autoridad monetaria. Sturzenegger es, sin lugar a dudas, uno de los responsables del estado actual de las cosas. Sus críticas no suman.