El desequilibrio fiscal se disparó a los 297.681 millones de pesos en junio último, en medio de mayores erogaciones para atender las causas de la pandemia de coronavirus, y en el primer semestre el rojo financiero, incluyendo el pago de la deuda, superó los 500.000 millones pesos.
Así las cosas, el resultado fiscal del mes pasado marca un punto de inflexión en la política económica: la semiausteridad que marcaba el ritmo de los primeros cincos meses desaparece para entrar definitivamente al “modo electoral” de cara a las dos citas con las urnas previstas para el presente año.
En el acumulado del primer semestre, el rojo de las cuentas implica un déficit primario de 0,5% del PBI, mientras el financiero asciende a 1,3%, de acuerdo con el informe de la Secretaría de Hacienda.
Esos índices dan por resultado el claro deterioro de los niveles que se manejaron durante los primeros meses del año; y es que el déficit primario de junio es cuatro veces y medio el registrado durante mayo, cuando aún gravitaban los altos ingresos fiscales relacionados a la cosecha de soja y la moderación de las pautas salariales estatales y las jubilaciones.
También gravitaba el impacto del impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Si se incluyera ese ingreso en el cálculo, entonces el resultado primario del mes habría sido de 153.217 millones de pesos, y el déficit financiero alcanzaría los 207.947 millones de pesos.
Al mismo tiempo se debe contemplar que las cifras dadas a conocer por la Secretaría de Hacienda se elaboraron previendo ingresos y gastos ya realizados que, sin embargo, quedarán en la estadística del próximo mes.
Con estos datos y otros tantos que no forman parte de este análisis se puede inferir que la dimensión del déficit fiscal es aún mayor al que se admite oficialmente y que crecerá en los próximos meses.
Ya sea por la vía de los subsidios, las transferencias o los programas para incrementar la asistencia social, el año anticipa un mayor volumen de déficit fiscal porque Argentina entró en “modo electoral”.