En un clima de mucha tristeza la familia de la náutica le dio el último adiós a Pedro Báez (52 años), con una caravana conformada por unas 40 lanchas y una veintena de botes a remos que llegó hasta la altura del monumento a Andrés Guacurarí en la Costanera, donde sus familiares arrojaron las cenizas al majestuoso río Paraná que tantas veces lo acunó.
Báez, falleció el 20 de julio último, fue uno de los referentes de la actividad náutica porque en base al respeto, trabajo y solidaridad supo ganarse el cariño de todos, al dedicarle gran parte de su vida a la guardería de lanchas y en especial a la reparación de motores.
Alrededor de las 9.30 de este sábado salieron las embarcaciones desde los distintos clubes ribereños, bajadas de lancha y transitaron aguas arribas hasta la altura del “Indio”, donde se detuvieron, hicieron sonar las sirenas y con un aplauso espontáneo despidieron a “Pedrito”, quien también fue protagonista en distintas disciplinas, como el remo, windsurf y la pesca.
Muchos conocidos, amigos, se acercaron hasta el lugar y desde la orilla se sumaron a la despedida, donde los hijos de Pedro fueron quienes le dieron la libertad a las cenizas a volar hacia el río que tanto amó.
Hubo un aplauso espontáneo, entremezclado con lágrimas, de múltiples recuerdos que cruzaron por la mente de cada momento compartido, del “tipo bonachón”, siempre listo “para resolver cualquier situación”, “solidario con todos”, como lo definieron dirigentes de clubes, amigos de su barra de pesca, clientes y parientes.
Víctima del virus
“Se lo llevó el virus del COVID, estuvo internado durante varios día, pero esta vez sólo nos queda su buen recuerdo”, señaló uno de sus primos que llegó desde el campo para acompañarlo en el último adiós. Siguió recordando y detalló que “la guardería de lanchas fue su pasión, algo que aprendió de su padre que había llegado desde el Paraguay, como toda nuestra familia y así fue que luego se especializó en la atención de los motores, algo que con el paso del tiempo pocos querían hacer”.
Los directivos del club Pira Pytá también acompañaron la singular despedida, expresando su resignación, porque “a Pedro le gustaba pescar y tenía muchos amigos en los distintos clubes. Era un hombre de río, siempre dispuesto a darle una mano a quien lo necesitaba. Se lo va a extrañar”.
Imágenes: Gentileza Piti Borowski