
El sobrino de Cristian Andrés Sotelo (41), ejecutado a tiros en el barrio A3-2 de Posadas, declaró ante la Justicia y complicó la situación de dos de los involucrados en la causa, más precisamente la del individuo conocido como “El Garrafero” (29), actualmente detenido, y la del único prófugo cuyo alias es “Pitoka”, indicaron fuentes del caso.
Para el familiar de Sotelo ambos sospechosos formaban parte del grupo que disparó a quemarropa contra su tío, aquel domingo 13 de junio a la madrugada. El joven, de 22 años y quien también fue alcanzado por los impactos de bala, logró zafar de la muerte tras varios días de internación en el hospital Ramón Madariaga. Ahora se convirtió en un testigo clave en la investigación, teniendo en cuenta que estuvo frente a frente con quienes les dispararon.
Tal como publicó PRIMERA EDICIÓN, ese domingo a las 6.30 Cristian Sotelo, quien era conocido en el barrio como “Casimiro”, fue prácticamente ejecutado de un tiro en el pecho. También resultaron heridos con arma de fuego su sobrino y otro joven que lo acompañaba. Los agresores, según supo la policía por testigos, abrieron fuego desde al menos tres vehículos y en más de 20 ocasiones (dato que surgió de la cantidad de casquillos de bala hallados en la escena). Luego de la autopsia extrajeron un proyectil 9 mm del corazón de la víctima fatal.
Principal hipótesis
Entre los sospechosos de ser cómplices en su momento fue demorado un hombre que se cree fue el que peleó con Sotelo en la fiesta clandestina que habría organizado “El Garrafero” y que habría sido el detonante del crimen. Dicho evento ilegal fue en el barrio A3-2. Se trató de una celebración exclusiva para un selecto grupo de allegados al implicado.
Se llevó a cabo en una propiedad particular ubicada a menos de cien metros de la comisaría Décima. Para ingresar al lugar al parecer se debía presentar tarjeta de invitación. La fiesta también habría contado con un DJ y equipos de luces y sonido de última generación. Casi 50 personas tenían “el acceso” asegurado tras recibir las invitaciones. Incluso uno de los cuatro detenidos era quien hacía un “show en vivo cantando los hits del momento”, dándole mayor “prestigio” al evento que infringía las normas vigentes sobre bioseguridad. A ese lugar, habría ingresado Sotelo junto a un grupo de amigos. Fue entonces que se encontró con el “cuidador o encargado de seguridad” de la casa, con quien habría discutido y luego peleado. Esto habría enfurecido a “El Garrafero” y sus presuntos cómplices. Acto seguido, habrían ido a buscar a la vuelta de la cuadra a las víctimas y les dispararon. Al menos esa es la principal hipótesis desde la investigación hasta el momento.
En diálogo con este Diario la viuda de Sotelo, Rosalía Ramírez, negó esa versión y aseguró que no fue tal, sino que “mi marido se comió de arriba (el tiroteo), como todos los que estaban ahí. En la vereda había mas de 20 personas y a todos los que estaban les disparaban”, aseguró.

Coartadas
El caso tiene cinco sospechosos tras las rejas. No todos cumplieron los mismos roles, según los investigadores. Hay dos bastante complicados y que fueron imputados en forma preventiva por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego y lesiones graves”. Uno de ellos es “El Garrafero”, quien se entregó ante la Justicia 48 horas después del crimen y mientras lo buscaban.
Declaró ante el juez de la causa y se desligó de las acusaciones. Dijo que el día del hecho estuvo en una fiesta que se realizó en una propiedad que le pertenece en el barrio A3-2, y que le había prestado a un conocido cuyo apodo es “Belco” para el evento (ese hombre también está detenido). En determinado momento irrumpió al lugar un grupo de unos diez encapuchados que agredieron a varios de los presentes con botellas y palos y luego se dieron a la fuga, según habría relatado el sospechoso.
Luego dijo que llevó a su primo a su domicilio, a bordo de una camioneta Toyota Hilux SW4 que le pertenece, siempre de acuerdo a lo que habría declarado. Habría agregado que al llegar a lo de su familiar, notó que tenía un neumático pinchado, decidiendo dejar el vehículo en el lugar y marcharse a su domicilio, ubicado en otra zona de la ciudad. Para poder ir a su casa llamó a su hermano y éste lo fue a buscar. Afirmó que no conocía a Sotelo y tampoco a su familia. Acerca del casquillo de bala calibre 38 hallado en su camioneta afirmó que “ya estaba allí cuando adquirió el vehículo”.
El otro individuo conocido como “Belco” también fue indagado e imputado por el mismo delito. También se despegó del hecho.