Qué frágiles somos, qué divididos estamos. Qué cobardes. De día nos armamos de coraje, enfrentamos las obligaciones, nos ponemos la armadura, somos eficientes y técnicamente perfectos al ejecutar nuestro plan y objetivo de vida.
Qué frágiles somos, qué divididos estamos. Qué cobardes.
Al final del día, cuando hemos concluido, al caer la tarde y al llegar la noche nuevamente sentimos ese vacío de la elección. Esa realidad interna que se impone en el silencio. Esa que nos ataca y no podemos dejar de ver, esos anhelos.
Sólo en la noche, en la máxima oscuridad y en el silencio eterno nuestro corazón puede sentir la realidad y nuestra mente, la conciencia del alma, nos puede hablar y decir cuáles son nuestros anhelos, nuestros deseos, nuestras esperanzas. Ahí cabe la pregunta: “¿qué vamos a hacer?”.
¿Qué vamos a hacer con estos logros materiales que hemos construido con tanto esfuerzo? Mejor aquieto mi voz interna y sigo. Y así nuevamente, día a día voy perdiendo la ilusión del vivir, la esperanza del amor, la lejanía del recuerdo de bienestar.
Así se va naturalizando el luchar por la vida, el esfuerzo, el poder, el ganar y lo único que se va postergando es el sentir, es el amor, eso que es el oxígeno para poder seguir viviendo.
Mente y corazón: “¿Cuál eliges?”. Corazón y mente: “¿Cuál sientes?”.
Ambos juntos son necesarios para la vida en igual medida. Ninguno manda, los dos cooperan.
El tema es que estamos divididos, todos en alguna medida estamos divididos. Esa es la gran herida de la humanidad. Atender el llamado del alma, los mensajes del corazón que se ponen en contacto con nosotros al llegar el día o al caer la tarde son el gran desafío.
Escucha los llamados del corazón, escucha los mensajes de tu alma que vienen a través de la conciencia, esa que se despierta cada noche en la oscuridad, cuando nadie te controla y donde estando a solas con vos mismo no existen dudas.
Lo que sucede por la noche cuando no controlas es tu realidad, esa que pide ser escuchada, esa que pide ser integrada. Esa que nos marca el camino. Escucha y no te desveles.