Nos hemos criado escuchando comparaciones, desde que nacemos nuestra familia y entorno nos comparan y así vamos creciendo, sintiendo las diferencias como algo malo o negativo, a algunos nos tocó ser blancos, otros negros, altos, bajos, rápidos o lentos, pero estas son solo características que tenemos, no somos eso. Sin embargo al comparar siempre hay alguien que lo ponen en un lugar mayor y otro menor y se inicia la competencia.
Algunos dicen: “es inevitable que lo hagan”, sin embargo esas comparaciones nos generan dolor porque siempre sentimos que debemos mejorar algo en nosotros para ser aceptados.
Dijo Jung: “El zapato que va bien a una persona es estrecho para otra, no hay receta de la vida que vaya bien a todos”.
Cada uno de nosotros tendremos que experimentar, probar qué necesitamos para sentirnos bien y qué hacer para lograr lo que deseamos. No hay receta para encontrar el equilibrio vamos probando a ver qué nos sirve y que no.
A veces tratamos de pedir consejos o fórmulas que le sirvieron a alguien, pero por ahí a nosotros no.
Por eso compararnos tampoco nos sirve, cada uno tiene una historia de vida y así nos volvemos únicos, ya que cada persona siente, vive y se expresa diferente, por eso no podemos poner fórmulas para ¡todos! Escucharnos puede ser una fórmula que podemos usar, ya que escuchándonos aparecerán las necesidades y después la forma de ir hacia ellas.
Hoy puede ser un buen día para escucharnos, ¿qué estamos necesitando? ¿Qué me hace bien y hace rato no lo hago? ¿Puedo darme cuenta que tengo una historia diferente y que no puedo compararme con otros?
Hoy podemos observarnos, ponernos metas y trabajar con lo que sentimos, sobre todo eso, sincerarnos con nuestros deseos y anhelos, sabiendo que somos una persona diferente.
A veces creemos que pasó mucho tiempo y que ya no podemos cambiar ciertas cosas, pero cuando conectemos con nosotros mismos y nos escuchemos, vamos a sentir que ¡sí podemos!
Recordemos: “Siempre es un nuevo día para empezar de nuevo”.
Que Dios los bendiga.