Vivimos tan enfocados hacia fuera que olvidamos sentirnos por dentro y descubrir que es desde ahí donde está naciendo toda nuestra experiencia.
Cuando sentimos rabia por ejemplo, inmediatamente buscamos culpables externos y no nos preocupamos de atender esa contracción interna que nos está haciendo daño. Reprimimos esa emoción por miedo a sentirla y esa energía acumulada en nuestro cuerpo, a la larga se transforma en enfermedad física o mental.
Entregarnos a la sanación implica un cambio de foco desde el miedo al Amor; desde la desconfianza de ver todo como una amenaza, a la confianza de sentir que todo ocurre por una razón.
Desde esa apertura entendemos que la enfermedad nos está invitando a volver hacia adentro y dejar que el Amor afloje los nudos por desatar… nos está invitando a recuperar nuestro poder interno de autosanación.
Entregarnos a la sanación lleva implícito un firme y amoroso compromiso con nosotros mismos de atendernos cuando aparezca un dolor físico o emocional y entrar ahí con todo nuestro Amor a abrazar ese momento de profunda enseñanza.
Cuando el Amor se hace presente, los miedos se disuelven, así como el sol hace desaparecer las sombras que antes nos asustaban.
En el Amor que ponemos en ese proceso de atendernos y sentirnos a nosotros mismos se encuentra la medicina más milagrosa de todas, porque, a fin de cuentas, ahí está presente todo el Amor Infinito del Universo. Si el Amor es sólo UNO, entonces, cuando encarnamos ese AMOR y lo irradiamos, estamos siendo uno con el Amor Divino que hace danzar al cosmos entero.
Nos vamos acompañando.