Más allá de la consulta a especialistas o hablar el tema con alguien, existe la posibilidad de abordar lo que sea que nos angustia entrenando nuestra atención.
Hace años, el profesor Stephen Covey ideó una herramienta que llamó el “círculo de influencia”.
Para crearlo, como primer paso, vamos a enumerar lo que sea que nos inquieta y lo anotaremos alrededor de un círculo, que llamaremos “círculo de preocupaciones”.
Suponiendo que nos preocupa nuestra situación laboral, escribiremos por ejemplo ¿Recuperaré mi trabajo? ¿Conseguiré otro?, etc. Detallaremos todo lo que nos inquieta de manera específica y concreta. A continuación, viene la pregunta poderosa, clave del cambio: ¿Qué puedo hacer yo? Recordemos que ante cualquier circunstancia, por desesperante que sea, tenemos margen de maniobra. Lo explicó muy bien Viktor Frankl, prisionero en campo de exterminio nazi: “Hasta en situaciones extremas tenemos margen de maniobra para decidir, aunque sólo sea la actitud con la que queremos vivir lo que nos haya tocado”. Es importante no dejarnos llevar por la sensación de impotencia. Todos podemos influir en lo que nos rodea, por pequeño que parezca.
Desde esta perspectiva, vamos a recorrer cada una de las preocupaciones que hayamos anotado y nos vamos a preguntar ¿qué puedo hacer ante esta situación? ¿Qué depende de mí?
Con las respuestas iremos configurando el “círculo de influencia”, más pequeño pero mucho más poderoso ya que irá recogiendo todas las acciones que dependen de nosotros para afrontar las preocupaciones. Por ejemplo, puedo actualizar mi currículum o estudiar o aprender a hacer algo nuevo. Lo que decidamos.
El tercer paso nos requiere mucha atención y estar despiertos: cada vez que nos encontremos preocupados, deberemos ocuparnos, poniendo el foco en lo que sí podemos hacer, es decir, en nuestro “círculo de influencia”.
La clave está en no permitir que la rumiación mental nos paralice, tenemos que pasar a la acción. Esto requiere cierto entrenamiento ya que debemos tomar conciencia de nuestras conversaciones internas para centrarnos en lo que sí podemos hacer.
Como escribió Covey; “cuando ponemos la atención en nuestro círculo de influencia sentimos que éste se agranda y que nuestro margen de acción es mucho mayor que el problema”.
De esta manera aumentaremos la energía positiva que, a su vez, potenciará nuestra capacidad de acción. Por el contrario, si nos quedamos en la queja o en nuestro círculo de preocupación, nuestra capacidad para actuar se reducirá y la energía negativa que desarrollaremos hará que nuestro círculo de influencia parezca más pequeño.
Si sólo alimentamos nuestras preocupaciones, nos colocamos en un lugar reactivo o de víctima dándole el poder a los terceros, ya sea echándoles la culpa o esperando que vengan a solucionarnos la vida.
Focalizar en lo que depende de nosotros nos permitirá ser proactivos, contando con más recursos ante cualquier situación que se nos presente.