Cuando Ramiro Calle nos decía que “al ser ecuánime estás abierto y no contraído, no juzgas mecánicamente ni te precipitas en tus juicios, aprendes a ser espectador estable que ni aprueba ni desaprueba, no reaccionas negativamente y adquieres una vital y auténtica espontaneidad”, añadía que la ecuanimidad facilita el desapego.
Lejos de implicar egoísmo, indiferencia o irresponsabilidad, desapegarnos significa que dejamos de aferrarnos a personas, objetos, ideas o actividades a los que hasta podríamos volvernos adictos, ello sumado al hecho de que los apegos obstaculizan la realización de una vida serena y plena, como explica la Wikipedia. Y precisamente cuando nuestra práctica de Yoga transcurre con suaves estados meditativos nos sentimos desapegados, con la mente en calma y conectados con el alma.
Es lo que también nos dice Ubay Serra, agregando que vivir desde el desapego nos cambia la visión del mundo, la percepción de la realidad y las prioridades, porque al sentir desde el corazón y el alma en plenitud podemos transitar por el camino correcto, sentirnos liberados y fluir con la realidad, persiguiendo nuestros objetivos pero sin apegarnos, aferrarnos u obsesionarnos.
Esto hace que cese el sufrimiento, el alma vuelva a estar en armonía con nuestra esencia y podamos percibirlo con serena alegría, porque “el desapego es un concepto espiritual. Tu naturaleza es espiritual: acciones altruistas, mejora de capacidades, colaboración, cooperación, mejorar el mundo y ayudar al prójimo. Vinimos a aprender, a evolucionar y a ayudar”, sintiendo que el Universo está en equilibrio y somos uno con todo. En cambio “el ego hace que te apegues a lo que te mantiene en tu zona de confort valiéndose del miedo, la dependencia, la pereza y la inseguridad. Pero es un lugar donde no hay progreso, crecimiento personal o evolución”.
Si apreciamos lo que tenemos y nos involucramos en las relaciones de un modo sano y equilibrado, sin intentar cambiar y controlar todo y siendo más observadores que jueces, podremos vivir en paz, como nos dicen desde la Psicología. Y en el código de conducta del Yoga tenemos el segundo Niyama que es Santosha o principio de contentamiento, que nos pide apreciar lo que somos y tenemos aquí y ahora libremente, con satisfacción, alegría, desapego y ecuanimidad. Namasté.