Donde “pinta” un campeonato de ajedrez, Julio Alberto López (73) tiene asistencia perfecta. Así fue desde chico, después que aprendiera a mover las piezas en el seno de su hogar e intensificara el ritmo con el paso de los años. Eso hizo que el Concejo Deliberante de Posadas lo declarara “Personalidad destacada” en el campo del deporte. Junto al fútbol y al periodismo, este deporte mental conforma una de sus grandes pasiones.
Nacido en Corpus, se radicó en Posadas, previo paso por Santo Pipó, donde su padre, Luis Genis López, se desempeñaba como maderero. En esa pequeña localidad, cursó prácticamente toda la primaria en la Escuela N° 140, hasta que su papá sufrió un accidente de tránsito, que lo alejó de la actividad y lo mantuvo inhabilitado por mucho tiempo.
El siniestro se produjo un día de lluvia, a la altura del arroyo San Juan que tenía una pendiente pronunciada, muy peligrosa. La carga del camión se corrió y aplastó la cabina, en la que se encontraba López. Esa situación difícil hizo que su mamá, Belmiria Portel, junto a sus hijos: Julio, Carlos Antonio (jugador y técnico del Club Atlético Posadas), y Juan Eduardo, (exempleado de Correos y Telecomunicaciones), se mudara a Posadas para evitar las idas y venidas, y permanecer más cerca de su esposo, que continuaba internado.
Eso hizo que Julio terminara la primaria en la Escuela Nº 4 “Fraternidad”, se quedara en la ciudad y se fuera insertando en los distintos espacios de jóvenes y estudiantes. El profesor Arlen Rovira estaba al frente del Círculo de Ajedrez hasta donde Julio se escapaba o iba a la salida del colegio. “No quedaba lejos pero generalmente iba un día por semana, los viernes, porque en esa época jugaba más al fútbol”, comentó. Empezó a jugar en el “Magallanes”, un club de barrio que integraba la Liga Posadeña, que quedaba en Salta y Roque Sáenz Peña. “Ahí me destaqué porque a los quince años ya jugaba en primera. Estuve hasta los 17, era el diez del club”, rememoró.
El “Magallanes” ascendió a Primera y jugaron contra el Bartolomé Mitre y Guaraní Antonio Franco. “Una vez hicimos la preliminar en la cancha de Jorge Gibson Brown, cuando vino la preselección argentina, me vieron dirigentes de San Lorenzo y me llevaron, previa autorización de mis padres. Fui a probar y me quedé. Estuve un año de titular en la tercera. Al finalizar el año, quisieron hacer un contrato profesional y ‘Magallanes’ me negó el pase. No había medios para negociar, como ahora. Ya jugaba al ajedrez, que había aprendido en casa, de manera rudimentaria”, narró.
Cuando estaba en San Lorenzo, y durante la espera decisiva, se recorrió varios clubes de Buenos Aires. “No tenía conocimientos técnicos, pero me entusiasmé. En el Club Argentino de Buenos Aires, salí tercero en un torneo muy importante, y eso me motivó muchísimo”, agregó.
De regreso de la gran urbe, el joven se encontró sin trabajo, en el que consideró un año perdido. “Empecé a trabajar en política, en los barrios, lo que me llevó que ingresara como secretario de comisiones de la Legislatura. Con la llegada del golpe militar de 1976, me quedé afuera, viví episodios muy tristes que no vale la pena recordar. Y el ajedrez me ayudó a salir de todo eso. Como no trabajaba, me dediqué a jugar y a participar de torneos que se organizaban en Buenos Aires, Córdoba, Salta, por cuenta propia, y con la ayuda de mis padres”, sostuvo.

El momento justo, el lugar indicado
Esos “movimientos” hicieron que López empezara a trascender en el ajedrez, obteniendo resultados sorprendentes. Con el advenimiento del Mundial ‘78 varios periodistas que trabajaban en el único diario escrito capitalino, se abrieron camino en busca de oportunidades y embarcaron hacia Córdoba, Rosario, debido a la demanda existente por este acontecimiento deportivo. Al regreso de uno de los campeonatos, Julio se acercó a las oficinas del matutino, ubicado sobre calle La Rioja, a fin de entregar un comunicado de prensa. A falta de profesionales, “alguien dijo: ¿por qué no lo ven a Julio, que siempre trae notas sin errores y casi no corregimos su redacción?”.
Fue así que, en breve, “Tono” Pérez lo mandó a llamar. Al ingresar a su oficina, “preguntó si me interesaba trabajar en su medio y cuánto pretendía ganar. Se notó que le sorprendió mi respuesta porque en uno de los aniversarios comentó esa anécdota. Le dije que, si le sugería un monto, a él le iba a parecer mucho, y si él me ofrecía la paga, cualquier monto me iba a parecer poco. Entonces le propuse que si realmente quería que yo fuera un periodista y no tuviéramos que estar discutiendo el precio, por qué no me mandaba a capacitar. Así, una vez formado, no tuviéramos que discutir cuánto me tenía que pagar, sino que automáticamente me pagaría lo que correspondía. Mandó a su secretaria que me tome los datos y que cancelara la búsqueda de otros profesionales”.
A mediados de año viajó a Buenos Aires a capacitarse, y en agosto se hicieron las Olimpíadas Mundiales de Ajedrez. Propuso a los directivos del diario que, si le permitían, mientras estaba estudiando, se solventaría los gastos, después de hacer el curso de árbitro y trabajar en esas olimpíadas. López sabía que “si lograba ubicarme como árbitro, me iban a abonar en dólares, lo que significaba mucho dinero. Hice el curso de árbitro y fui seleccionado. Eso me sirvió porque me pagaron muy bien. En esa época me dediqué mañana, tarde y noche al periodismo. Cosas que a algunos le llevaban dos años, hice en seis meses, con altas notas”.
Hizo periodismo deportivo, adonde asistía Fernando Niembro, y otros grandes periodistas. Para “cerrar” algunos de los cursos, había que hacer pasantías, y a López le tocó realizarlas en el diario Clarín. “No conocí la noche de Buenos Aires, pero conocí a los mejores periodistas de la Argentina que estaban en Clarín o en El Gráfico, que era de la Editorial Atlántida. Tuve la suerte de trabajar con algunos de ellos porque, por ejemplo, en El Gráfico, llegaron a publicar notas sobre ajedrez, y me utilizaron para hacerlas debido a los conocimientos que yo tenía sobre el tema. Me vinculé un poco con esos medios que después me llevaron a tener buenos contactos en el tiempo, sobre todo en el campo deportivo, que es donde hice la especialización”, celebró.
De todo un poco
Otra vez de regreso a su tierra roja, en 1979 ingresó al medio, justo con la incorporación del tabloide, dejando atrás al diario sábana. “Eso hizo que los conocimientos que tenía de diagramación por el hecho de haber trabajado en Buenos Aires, me diera una ventaja respecto a los colegas que tenía acá. Algunos eran grandes periodistas, mayores, pero no tenían la técnica. Tal es así que fui jefe, siendo muy jovencito, de personas que tenían muchos años en la profesión, muy superiores a mí, incluso en los conocimientos generales. Me daba pudor darles directivas pero lo hice con diálogo y el mayor de los respetos. Había que armar las páginas en las pantallitas, y no había mayores conocimientos. Además, en alguna medida, se negaban a asumir ese rol”, explicó.
Acotó que “me tocó ser una especie de vanguardia, en aquella época, preparando el camino a lo que es actualmente el periodismo. Tratar con los más grandes, hizo que creciera y que no tuviera problemas en recibir los consejos que me daban, para hacer las cosas de la mejor manera posible y llegar al producto que hacíamos diariamente. En algunos casos, por huelgas, llegué a cerrar doce páginas yo solo. Era jefe y tenía que ponerme al hombro la resolución de estos problemas, afrontar las situaciones. El periodismo es una pasión que no la voy a perder así nomas porque me encanta escribir, hacer notas”.
Aseguró que investiga permanentemente. Y esa curiosidad lo llevó a conocer gran parte de la historia del deporte de Misiones, “que en algún momento voy a tratar de plasmar en algunos libros. Ya hice el de Atlético Posadas, tengo muy avanzada la historia de Guaraní, Mitre, y de forma individual, de muchos deportistas de Misiones. La historia del deporte de Misiones, que me llevó a investigar desde la época del 1900. En 1912 nació Atlético, pero ya había actividades deportivas previas. Es un anhelo que seguramente lo voy a cumplir”.
De los mejores deportistas de Misiones tiene alrededor de cien notas hechas, “así que es otra de las posibilidades que tengo para escribir. Y de ajedrez, ni hablar. Me atrapó, tuve muchas situaciones importantes vividas, y eso me permite transmitir a algunos chicos. El crecimiento de mis alumnos es un poco la continuidad, la posibilidad que uno le abre, cosa que yo no tuve. Es un desafío con los jóvenes de ahora, ver como se les puede allanar el camino, para que no tengan los tropiezos que tuve”.
Siendo un jugador de primera, López se dio cuenta que tenía errores muy infantiles en relación al nivel en el que estaba jugando. Y son errores que se dan por no haber aprendido correctamente.
“Muchas de las experiencias las fui viviendo en carne propia, y eso es un error grave. Me ayudó mucho ser un poco cabeza dura en el sentido que no me tuercen las derrotas, trato de asumir como un desafío para progresar y no caer en el mismo error la próxima vez. Es un camino que te lleva mucho más tiempo y muchos no están acostumbrados a soportar, por eso abandonan. Esas son las cosas que trato de evitar en las nuevas generaciones, dándoles herramientas positivas para que puedan crecer más rápido. Es algunas de las cosas por las que peleo, discuto, o no tengo el mismo punto de vista con quienes enseñan ajedrez actualmente”, evaluó.
Cree que hay que enseñar a los protagonistas a ser competitivos, “no a jugar al ajedrez por el placer de jugar, porque ahí se pierde el valioso tiempo de chicos que no llegan a trascender mas allá de lo que podría haber sido si se le hubiese enseñado a competir. Más allá de ganar y perder. Es como en todos los órdenes de la vida. Cuando tenés un deportista, tenés que darle mucha técnica para que pueda, más allá de los estilos que tenga, trascender”.
Entiende que para ganar hay que tratar de jugar bien. “Esas son las cosas que me dio el ajedrez, que puedo perder una partida jugando bien y no me produce ningún enojo o frustración si tengo rivales fuertes. Y hablo de los misioneros que no estamos en el centro de los grandes deportistas/ajedrecistas. Estamos lejos y competimos menos. Cuando otros hacen diez torneos, nosotros hacemos uno. Esas cosas hacen que cuesten un poquito más, esos son los desafíos que uno tiene”, subrayó.
Consensuar la tarea profesional con las obligaciones que se suscitan en el ámbito familiar significó para López una lucha constante. Es que cuando se introdujo en el mundo del periodismo no tenía fines de semana.
“Cuando tuve la suerte de venir a PRIMERA EDICIÓN, la condición era menos deportes, cualquier sección, porque me gustaría acompañar el crecimiento de mis hijos, a los que en toda la semana, no veía. Era encargado de cierre, y cuando llegaba a casa ya estaban dormidos. Los fines de semana siempre había eventos o viajaba, lo que producía cierta tensión. Gracias a esa modificación de días y horarios, pude disfrutar de los chicos, acompañarlos en la secundaria, en la época mas difícil que es la adolescencia. Ahora, los sigo disfrutando los fines de semana, en medio de un asadito, y ya con la presencia de los nietos”.
Largo camino
Se inició en el periodismo en 1978, pasando por redacciones de medios gráficos de la provincia. Actualmente se desempeña como redactor del Diario PRIMERA EDICIÓN, como encargado de la página “Qué tiempos aquellos” y el suplemento “Pálpitos”, relacionado a los juegos de azar.
Fue jefe de deportes del diario El Territorio y escribió para los diarios Clarín y La Nación, de Capital Federal; La voz del interior, de Córdoba; La Gazeta, de Tucumán, y El diario, de Río Negro.
También hizo notas para varias revistas especializadas del deporte, como es el caso de El gráfico, Goles, Solo fútbol y Solo básquet, en el orden nacional. Fue distinguido con el premio “Andrés Guacurarí”, al mejor periodista 2008, instituido por el Sindicato de Prensa de Misiones (SIPREM), entre otros numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera. Es autor del libro “100 años de fútbol”, dedicado al centenario del Club Atlético Posadas, en septiembre de 2012.
Maestro nacional de ajedrez
Por mencionar sólo algunos de sus logros. Es el actual presidente de la Federación Misionera de Ajedrez (FeMiDA) y extitular del Club Tokio, del Círculo de Periodistas Deportivos, integrante de la Mesa Ejecutiva de la Confederación Misionera de Deportes y asesor del Consejo Provincial de Deportes, entre otros cargos menores.
Encargado de la Escuela de Ajedrez del Jockey Club Posadas, y precursor del plan piloto “Ajedrez escolar” desarrollado en Misiones en 1985, en las escuelas Nº 1 y Nº 3 de Posadas, Jardín América y Apóstoles. Participó permanentemente en los Campeonatos Argentinos, de Pergamino, en 1975; Salta 1977; Resistencia (Chaco) 1979; Capital Federal 1981; Chapadmalal 1987 y Ezeiza 1997 (Buenos Aires); Embalse Río Tercero (Córdoba) 1983 y 1985, y Posadas en 1989. Logró magníficos desempeños en las distintas competencias nacionales e internacionales. Fue premio revelación en el abierto internacional de Mar del Plata en 1970, participó, además, como invitado especial en varias ediciones del tradicional certamen de la ciudad balnearia. Fue el mejor del interior en Olavarría 1978, a un punto y medio del ganador. Fue campeón del Internacional de “Ferinoa” de Salta en 1978, y tercero en el Abierto del Argentino de Capital Federal en 1976. Recibió el premio a la partida más brillante del campeonato argentino de Salta en 1977 (frente a Dubin), cuando Misiones se clasificó quinto.
Clasificó en zonales de Santa Fe, Rosario y Corrientes, para acceder a las semifinales del campeonato argentino, logrando triunfos de envergadura ante los mejores del país. Fue campeón en Salto y Paysandú (Uruguay), Concepción del Uruguay (Entre Ríos). En varias oportunidades logró el título provincial (1975, 1976, 1977/78, 1979/80, 1985, 2002, 2004 y 2005) y ganador de numerosos torneos abiertos en Misiones. Realizó el curso de árbitro nacional (en Capital Federal). Fue designado para dirigir las Olimpíadas Mundiales de 1978, el Campeonato Nacional de Cadetes en Tucumán, en 1977; el Argentino de Mayores por Equipos, en Posadas, en 1989 y los Nacionales Infantiles Masculinos y Femeninos, en Apóstoles, en 1998.
Entre los resultados ajedrecísticos más importantes figuran las tablas ante el disidente soviético Víctor Korchnoi (subcampeón mundial), del campeón yugoslavo, el Ljubomir Ljubojevic, Julio Bolbochan, Jaime Emma, Sergio Giardelli, Jorge Pelikan, Jorge Rubinetti y Juan Carlos Hase, entre otros.
En 2019, los cadetes de Misiones fueron medalla de bronce, y sus alumnos Patricio Zaldívar, Carlos Esterio, Walter Ringeloth, Ivette Márquez e Itatí Álvarez, subieron al podio por primera vez en su historial. Su alumno, Mateo Prado, de Puerto Rico, fue campeón latinoamericano (Sub-12), en Córdoba 2019.